Lo siento,
me tengo que morir
y aún no he acercado el perro a la ventana
para que pueda ver lo que hay de indiferente.
Porque como el verano
mi hogar está en un cuerpo que se escapó del frío,
se cubre de abedules,
y aguarda, miel de agosto, a que vuelva la infancia.
Lo siento,
cada rincón se viene con su almohada
a tumbarse a mi lado, entre un mar de botellas
sucumbidas, como siempre, por un aire huesudo.
Buscando en la belleza de las calles,
entre los edificios
que elevan sus alfiles sobre voces de plástico,
es verdad que parezco un extranjero.
- Autor: Manuelsp ( Offline)
- Publicado: 13 de febrero de 2019 a las 01:02
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 21
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