A mi genio pobre:
obra de algún Dios de mustia misericordia,
que es un panal de abejas siempre aturdido.
Ésta barcaza, ebria sobre las olas
llena de chicas locas y estupendas
¿podrías oler sus perfumes siquiera?
Porque estuve lanzando dardos
supremos, casi todo el tiempo
y ninguno de ustedes me importa ya
están siendo frotados en mis testículos y sé que lo saben.
El espíritu es estar drogado toda una existencia y si podrías sentirlo serías idiota pensando que las drogas del mundo son mejores que esa,
Al fin y al cabo vale más la pena irse de aquí y dejar sólo una figura hundida en el sillón en el que pasabas horas
fornicando, meditando o viendo tele,
no importa que hacías, pero estuviste allí
todos te vimos.
Ey mi amor, duele, yo sé que duele
no le pidas al pez que vuele.
- Autor: Emil Epojé (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 20 de febrero de 2019 a las 15:40
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 46
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.