Solo existe una voz.
La Conciencia.
Deshabítate y sé.
La alcachofa se calla.
Abro la puerta entre la bruma.
El espejo es Londres, una tarde
de esas en que Jack se desangra.
La puerta de la habitación se
desflora a la izquierda, la cama
deshecha hasta la noche.
Calzoncillos, pantalones rotos en
la entrepierna, como se llevan ahora,
y desvelo el cajón de las camisetas.
Mis inviernos no llegan a ser inviernos,
la manga corta se oculta por si es
precisa, la calefacción de la oficina
suele estar absurdamente alta.
Elijo una celeste, descolorida por el
excesivo sol bebido durante años de
servicio. No me gusta, por dentro
conserva su color original, más oscuro.
¿Le doy la vuelta?, ¿Muestro al otro las
costuras?
Así lo hice, ¿Seré objeto de miradas, de
muecas de sarcasmo?
La ceguera ambiente se confirmaba, ora
propios ora ajenos.
La muchedumbre laboral que posa sus
sentaderas sobre tan inmenso espacio
solo admite un desenlace. El ensayo
sociológico satisfizo mis expectativas.
Hasta los compañeros que me escoltan
(trabajo en un enjambre telefónico)
hicieron mutis por el foro.
Tras varias horas, ya cansada, la Conciencia
me ordenó, ya impaciente, volver del
derecho la camiseta, aunque apagada.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 21 de febrero de 2019 a las 16:51
- Comentario del autor sobre el poema: Poniendo a prueba la Conciencia.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 42
- Usuarios favoritos de este poema: Ana Maria Germanas
Comentarios1
Genial !...desde tu preambulo..
deshabitate y se !!!.-
Un abrazo .-
Me alegro de que te guste Ana.
Otro para ti.
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