Llorando lujurias ante el fuego,
gritando a pleno pulmón,
como en un tétrico exorcismo,
expulso a los demonios de mi interior.
Lleno de sangre el salón,
pintadas rojas abstractas en un lienzo,
bello y fúnebre, tenebroso, mi infierno.
Cortes por mis pálidos brazos,
pastillas esta noche como sorbos.
Se ríe de mí el tiempo, un hombre siniestro,
con una larga guadaña al hombro,
curiosos sus ojos en mí clavados,
que entre suplicas de dolor,
entre paredes de color rojo pasión,
me tortura sin ningún remordimiento.
El reloj de arena se desquebrajó,
por afilados e hirientes susurros,
de las cenizas que dejó el humo,
surgió un negro mago oscuro.
Lleno de rabia, furia y odio,
su mirada reflejaba mi sufrimiento,
pero se terminó el minutero,
llegó el momento del tiempo.
Demonios que crearon a un brujo,
que en su defecto estaba destinado
a romperlo todo, a consumir ese fuego.
Una luz pálida sale de mis ojos.
Tinta cae de mis ojos, en forma de textos,
impregnados en todo mi cuerpo,
se había escrito en mí el final de esto,
demonios que crearon a su peor demonio.
De un sueño de dominación,
surgió una pesadilla de desesperación,
ahora el dominador se convirtió,
en la presa de mi ardiente deseo.
- Autor: Inmóvil en blanco. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de febrero de 2019 a las 05:34
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 53
- Usuarios favoritos de este poema: neosan
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