Nuestro amor reposa de noche
y, también, por toda la vida que falta.
A veces mi labio hambriento advierte
que tus sombras pululan de madrugada.
Cierro los ojos y, como es de costumbre,
dónde solo tú y yo sabemos, me esperas.
Me besas, besas, besas, besas, besas
y yo te beso, beso, beso, beso, beso,
tan cerca de mi pecho te conozco
desde el pelo cobrizo que pinta el paisaje
hasta las penas que recorren la sangre.
Nadie conoce tan bien tu mano como yo:
es un poco áspera con un toque tan tierno.
En esas madrugadas en donde tú y yo sabemos
la piel, la carne y el hueso se funden en lava,
basta abrazarnos y la daga de las siete
para tener una lágrima y mi carne no tenerte.
Antes, con un beso, de entre tus senos,
un girasol crecía al encuentro de estas almas.
Ahora, no hay palabras en nuestros labios,
pero sí un hilo rojo que guía a nuestras almas
aún así ya no me dirijas la mirada
- Autor: Alejandro Pezeira (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de marzo de 2019 a las 03:53
- Categoría: Triste
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
Comentarios1
.💚 bonita tu arte.
Muchas gracias!
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