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A él, lo elogia su atavismo, sus técnicas tejidas de viejas tradiciones y grandísima audiencia, su discurso amoroso cuando se trata de agarrarse de la garganta de una cuerda floja, y su destreza de esperar nuevas alabanzas. Elogia su lengua de tejido delicado del gran rabino racial tercer mundista, podrían besarle las extremidades de gran profeta, porque bajo su luz hay una oración ejecutando la oración de una niña minusválida, enredándola con siete serpientes negras para hacer reuniones de concubinato y hacerla dormir bajo el establecimiento alcoholizado de sus discretas palabras, es decir, con su diversidad étnica para mantener la fiesta, negocios, clientes y agencias de gobierno, otorgar licencias y un servicio donde pueda vender sus acciones, los subsidios y los trucos que florecen cuando le das la mano. No contradigas su instinto de iguana inmóvil cuando anda en manada, puede ser que su poca paciencia te de dentelladas. No lo contradigas, no vaya a ser que su incesto de gran seminarista tenga a un niño con sus manos atadas atrás de la gran academia anticuada: una bolsa de valores. Creedle porque su conservatorio lo manipula a su antojo, su gran seguridad de alabastro de gigantesco animal nos deja mudos, bajo un circulo construido atrás de la antigua casa del plantel donde hay amplísimas recamaras de un posible teatro que reluce pero no se ve.
[Me recuerda a Pablo Neruda, tendrías que besarle la alfombra roja y sus expertas relaciones públicas, por su gran burdel psicológico y su columna gigantesca de supermercado, por su gran parecido a la democracia donde las voces serían de una radiografía de ave carroñera…]
Bernardo Cortes Vicencio
Papantla, Ver, México
10:2907032019
- Autor: bernardo cortes vicencio ( Offline)
- Publicado: 7 de marzo de 2019 a las 13:31
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 36
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