Y esa noche
nada más quedó el rescoldo
de este amor que ha ardido obstinadamente
hasta en esos inviernos desamparados.
Y cada verano cuando nos vemos
escribimos libros,
inventamos plegarias,
y el fuego brota de nuestros poros,
como hormigas que salen de su nido,
buscando el primer rayo de luz.
Nacemos otra vez,
y morimos en la piel.
No puedo dejarte de tener,
no puedo apagar ni con tierra
las llamas que nacen
de tus pupilas negras.
Y donde se supone que estaba mi corazón,
escarbaste hasta llevártelo con todas sus venas,
dejaste grandes cráteres en mi pecho,
cráteres llenos de aire,
sedientos.
Por eso vuelvo cada tarde
a tocar la puerta y subir escaleras,
para visitar a mi corazón
a quien cuidas y alimentas.
- Autor: Laura Ontiveros Plaza ( Offline)
- Publicado: 13 de marzo de 2019 a las 16:42
- Categoría: Amor
- Lecturas: 64
Comentarios1
Un amor muy humano. Con rebrotes en los veranos, al calor de los días de vacaciones, lo has descrito como realmente lo sientes.
Un beso casi invernando.
Gracias Gastón, te mando abrazos!!
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