Y ese día entendí que no era hambre,
ni un gusano viviendo en mis adentros
comiéndose mis vísceras
lo que hacia doblar mi cuerpo,
era la ausencia de sus manos en mi cuello,
la falta de sus abrazos mirándome de lejos,
y las tardes que ya no pasaríamos bajo el sol
iluminado para los dos;
Ya no perforaría mis oídos esa risa nerviosa,
ni escucharía el arullo de los -te amo- enredados
en las notas de su trombón.
Entendí que cuando se va,
lo siguen mi corazón,
mi carne,
mi sonrisa,
mi estómago,
y mi razón.
- Autor: Laura Ontiveros Plaza ( Offline)
- Publicado: 18 de marzo de 2019 a las 14:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 78
- Usuarios favoritos de este poema: Christian fernando, pani
Comentarios3
Son aquellas notas mágicas..que muy pocos conocen..aquellas que quedan grabadas en nuestra piel y nuestra alma...hermoso poema...sigue merecemos leer..
un abrazo
la ausencia de sus manos en mi cuello,
la falta de sus abrazos mirándome de lejos,
ya no habrían tardes de sol
ya se irían mi carne y mi sonrisa.
Muy lindo. gracias por compartirlo
Con cariño
JAVIER
Son los rastros que deja un amor, para seguirlos y volver a comenzar. un beso cálido
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