Y sin imaginarlo... un día diste tu último suspiro.
Mi felicidad se torno a la tristeza como un cielo azul que viste gris cuando la nube llega;
Tu lánguido y aún tibio rostro se reflejó en mis ojos inundados en lágrimas,
Vislumbró en tu regazo la verdad de vida que de repente llega y al igual termina,
Consumaste tiempo sembrando pasión de amores y de experiencia errores.
Arribaste a la cima de tus propios aciertos, soñaste la vida a la luz del umbral con ojos abiertos;
Viviste con ímpetu, todo fue muy bello,
Pisaste la arena impregnando tu sello, llorando con muchos y riendo con pocos brillaron tus manos, tus pies y cabellos.
Se llego el momento y la muerte con él,
Abriste las alas dispuesta a volar,
Mientras yo enmudecido no queriendo mirar, tu cuerpo sin vida y tus labios callar, ahogado en el nudo que había en mi garganta, bebiendo mi llanto tuve que aceptar que estabas partiendo y que un último adiós tenía que pasar.
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