El día que nació sus padres se asombraron porque era ella, muy peculiar, mirada de sol, miraba con el alma miraba el mundo con ganas... desde pequeña mostraba su curiosidad por aprender, por leer, por conocer, por mejorar, ¿por crecer... no había un día en el que no preguntara por muchos “cómo?", otros tantos "cuándo?" o "cuántos?" y muchos, pero muchos "por qué?" Le encantaba la libertad de una mariposa, libre como un lucero, libre como el aire.... sus padres que trabajaban tanto y su familia que vivían a su alrededor intentaban explicarle el mundo de la mejor forma que podían, a veces la cuidaba un vecino, a veces los tíos, a veces sus hermanas… esa niña pronto supo encontrar sus propias respuestas… ella veía el mundo con mucha luz, como muy pocos sabían hacerlo: como si fuera un arcoíris inmenso de posibilidades, de curiosidades, de aventuras... y se entristecía en muchas situaciones y con las injusticias, a menudo pensaba que una vida entera no era suficiente para hacer todo lo que quería, para ver todo lo que había por ver, para disfrutar de todo lo que este mundo le proponía...
Tuvo que luchar contra sus propios miedos… contra todos los errores del pasado… contra sus expectativas desechas y contra sus sueños destruidos… así que un día llegó, era el lugar más increíble que hubiera visto nunca… parecía hecho a su medida, a su gusto, a su antojo… era un lugar idílico, el país de sus maravillas, un lugar de ilusiones de esos que sólo puedes imaginar cuando cierras los ojos y te dejas llevar por la imaginación y recorres con fantasía ese mundo utópico en el que sería maravilloso vivir porque en ese lugar sería fácil ser feliz… pero para aquella niña no hacía falta imaginarlo, allí estaba ese mundo… allí estaba su mundo… hecho a su medida, que era la medida de los grandes, la de aquellos valientes que no se dan por vencidos y buscan con pasión la felicidad… allí estaba y no podía creérselo… después de tanto esfuerzo, de tanto caminar, de tanto sufrimiento, después de ofrecer un pan o tortilla al humano desamparado o al cachorro hambriento…, había llegado… estaba en el planeta “de las maravillas” y allí, allí nada ni nadie podría decirle nunca más cuánto valía, cuánto merecía ni qué debía hacer… porque cuando llegó allí ella lo supo y su luz y su magia brillaba con más fuerza y con más belleza que nunca." Amada por muchos, pero solo el guerrero…. Aquel guerrero que vea su alma podrá ver las estrellas y conquistarlas para regalárselas una a una.
Aquel que llene el diccionario de alma, y su cuerpo con palabras de su rostro y ojos de sol,
que a diario la visite y la contagie,
rodeada de entrañas con recursos y versos,
así como guerrero amarte con acentos.
Aquel guerrero que se detenga a contemplar los bellos ojos de sol, y dibujar una a una de sus comas para respirar entre beso y beso y el deseo.
Guerrero que se vuelva punto y coma sin perder el hilo del comienzo,
Guerrero que multiple guiones para trazar el camino hacia el café de esos lindos ojos. Incluyendo signos de admiración a su sonrisa,
y vaciando el alma de interrogaciones,
atrapando al tiempo entre finos paréntesis.
Guerrero que no omita los signos para darle señales,
y clavar las vocales en el pecho
y envolverla entre rimas y utópicas consonantes,
con el fin de construir un libro sagrado y abierto
que solo finalice,
cuando reposen sus almas
en la eternidad de un beso,
y que descansen entre líneas,
Inundándose entre los recuerdos.
- Autor: Pp/Carmelo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de marzo de 2019 a las 02:15
- Categoría: Amor
- Lecturas: 22
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