Me sucede a veces que mirando ciertas mañanas las noto diferentes a las demás, entonces y como dándome una licencia, hago uso de lo hermoso que es mi barrio y lo aprovecho para sacar a pasear mis viejas tristezas... y algunas que otras de las buenas, para emparejar ¿vio? y allí voy.
Me veo caminando por mi calle preferida cansinamente y sin prisa, a un ritmo... como le puedo decir, que para tarde es temprano y para temprano...ya fue.
Cuando de pronto y sin darme cuenta, veo un bulto que corriendo se me viene encima, choca conmigo y a punto estuve de caer, me salvó la pared y a duras penas conseguí mantenerme en pié.
Lo increpé con rabia diciéndole que ya era bastante grande para comportarse de esa manera, era un flaco simpático y con cara de pícaro, que lo único que atinó a decir fue...”aguantáme fiera”.
A continuación cruzó de vereda para ponerse en una fila que se había formado y que yo no había visto, cuando dirigí mi vista hacia él, vi que me observaba encogido de hombros y con una sonrisa en su boca, comprendí el apuro, porque la fila era para un puesto de trabajo y cada vez se acoplaba más gente.
Me dio tanta pena que tuve ganas de decirle que el que tenía que perdonarme era él.
Mi tristeza no era por lo que me había sucedido, sino por la situación laboral del país que le tocaba en suerte al pobre muchacho.
Retomo mi camino sin apuro y de golpe y porrazo me abaraja una mujer con un pequeño en sus brazos, pidiéndome que la ayude con una moneda, meto la mano en el bolsillo y encuentro la única “chirola”, que escondida en el fondo no se dejaba agarrar, tal vez pensando que yo honestamente, no estaba para regalar nada.
No había caminado más de media cuadra cuando un hombre bastante mal entrazado me dice: ¿maestro, no tiene un faso?, le dije que no fumo y que tengo sexto grado, para maestro me falta mucho.
Después de este accidentado paseo me sentí bastante cansado, cuando al pasar por un local comercial, observo que en la puerta tiene un banco para que se sienten los clientes, me senté contento, pero sin dejar de pensar que si debía consumir algo, lo único que tenía en los bolsillos eran...buenas intenciones.
El dueño del comercio me miró como perdonándome la vida, (es un decir) pero no me dio ni “cinco de bola”, estaba leyendo una revista y entonces me quedé tranquilo.
El sol tibiecito me daba en la cara y la somnolencia que me producía era placentera, de repente escucho una voz que dice:¡QUE MISERIA COMPADRE!. Lo decía en un tono melodioso pero conocido, abrí bien los ojos buscando al que había dicho eso, pero no veía a nadie.
Me asusté pensando que el escuchar voces que nadie pronunciaba, significaba que me había comenzado a “patinar el embrague”, seguí observando detenidamente y en efecto no había nadie, lo único que me llamó la atención era un afiche grande pegado a la pared.
Era de GARDEL, pero extrañamente no estaba con esa sonrisa melosa que todos conocemos, yo diría que estaba muy contrariado Y DESDE ESE MOMENTO NO PUDE DEJAR DE MIRARLO.
La figura se movía, ustedes seguro dirán que estaba borracho y yo les diré que lo único que tomo es jarabe para la tos, esto lo viví, lo sentí...y lo vi, si no me creen es otra cosa, “EL MOROCHO” levantó la mano y me dijo:¿querés que te bata la justa?, estoy repodrido con todos los despelotes que hay en este país, hace sesenta años que espero que pase algo bueno, hasta aquí llegué...AHORA DIGO BASTA.
Y siguió diciéndome, si yo hubiese sabido esto, habría hecho valer mi condición de “franchute”, me escapaba a PARIS y a otra cosa.
O si no, me pillaba el “CONTE ROSSO” a NUEVA YORK, ¿sabés que bien la iría a pasar con PEGGY, BETTI, JULIE y las demás flacas que estaban para “vacunarlas”.
Después de este novelón , me enojé en serio con lo escuchado, sentía que la bilis se desparramaba por todo mi cuerpo, así era mi estado de ánimo y lo que atiné a decir fue lo siguiente.
MIRÁ MOROCHO, VOS SERÁS TODO LO ÍDOLO QUE QUIERAS, pero si todo este tiempo gritabas a los cuatro vientos, lo honrado que te sentías SIENDO ARGENTINO, “TE LA BANCÁS COMO UN DUQUE y te asumís como tal
aguantando todo lo que aguantamos nosotros...Y TE DEJÁS DE ROMPER LAS PELOTAS, faltaba más, ¿puede ser hermano? que YA NI EN GARDEL SE PUEDE UNO CONFIAR.
Me levanté, pegué una miradita hacia adelante, abriéndome paso por las vereditas de mi querido barrio porteño mientras por lo bajo iba cantando.....MMMMMMIIIII BBBBUUUUEEEEENNNOOOSSSS AAAIIIRRRRREEEEESS QQQUUEEEERRRRIDDDDOOO...
Boris Gold
(slmplemente… un poeta)
- Autor: boris gold ( Offline)
- Publicado: 28 de marzo de 2019 a las 08:48
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: Romi A, alicia perez hernandez
Comentarios3
LA SONRISA NO LE VOLVIÓ, PERO PREGUNTÓ POR VOS
A veces la imaginación sobrepasa a la realidad y tu relato puede ser un fiel ejemplo.
Un abrazo.
SIEMPRE ME ATRAPAN TUS HISTORIAS.
TIENE SABOR Y PICARDÍA.
ABRAZOS Y SALUDOS POETA BORIS.
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