Hay gatos sobre el tejado de tejas marrón
verdecino y húmedo, sereno
apenas más alto que un buen mozo, tejado de Magacela,
Con olor a higuera y cielo amoratado
de la lluvia recién caída que permanece calma
y un sol justiciero que reclama entre rendijas de nube
continuar reinando.
Y digo hay y no había
porque fue y ahora viene
no como un recuerdo ordenado e inflexible
si no como uno vivo, con olores y matices,
a enseñarme lo que allí vi
pero no comprendí,
que sera esto lo que llaman vivir,
que sera que no es solo materia gris
que puedo sentir en mi piel
su lluvia calma,
que puedo oler la hierba
y la luz blanca sobre las paredes enjalbegadas
sobre las casas humildes de arriba
a pies de un castillo imponente
e imposible
que puedo tocar las arrugas del granito recio
y ver al mulo aburrido
y el cielo roto y la distancia infinita.
Que no es un recuerdo un archivo
almacenado en un disco duro,
que también,
que es la lucha del mal y el bien
sin mas victoria que vivir,
que estuviste allí y estás
si lo desalmacenas, lo rumias
y lo extrujas y lo entiendes,
si al final entiendes, que nada hay que entender.
Que puedes jugar con él,
oler lo olido o imaginar que imaginaste
que rodarías por la pradera mojada
de la lluvia calma,
que sentiste que tu niño salia a jugar
y que jugó,
que las nubes tenían formas y maneras
y el viento dañaba tu piel
de manera amable y fría,
y respiraste hasta encontrarte
solo, frágil e invencible,
que no es un frio archivo, sección B
que esta allí, que esta aquí
que tal vez lo creas vacío;
sencillamente espera que le entiendas,
que nada hay que entender,
que solo tienes que volver a él,
cuando necesites lluvia calma.
J. David Camacho
- Autor: siberiano ( Offline)
- Publicado: 3 de abril de 2019 a las 06:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 22
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