Aspiro a exhalar el aire de un cosmos imaginario
A deambular por los senos de un jardín vital
Quiero ver dos luceros a la entrada del valle
Cantar hacia el viento y gritar ¡libertad!
Contemplar las nubes, cuan raudas y pasajeras
Mientras llamo a la luna, que se eleva entre mares
Su mirada es mi rostro, un umbral en el porvenir
El lamento de mil sepulcros profana mi noche dionisíaca
Me lleva a vislumbrar el espejo del alma
Y mis manos cubiertas de sabia aúrea
Tocan el flujo, avanzan hacia la eternidad
¡Eterninad efímera! ¡Eternidad ambiciosa!
¿Cuánto he de esperar tu desatada magnificencia?
Hazme caer en el regocijo de la incertidumbre
Pues los astros se han ido y no me han llevado consigo...
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