Segan hoces, de señores muertos,
rosas sin sangre, que sin huesos,
ni manos, ni boca, murmuran atolondrados,
gritan silentes, al ser quemados.
Entre cenizas cada rosa es muerte,
y cada muerte, son huesos de hoguera.
De mis dedos tus cenizas vuelan
y en el piso te siembro, y vuelvo a errar,
porque esa rosa de papel, no eres.
La noche cae quejumbrosa sobre el campo,
todas son rosas blancas, que brillan con esmero,
todas son muerte, y yo las quiero cuando muero,
a tu labio, me incendio
a tu labio.
Vuelvo a besarte, y,
a mi labio, yo me muero
a mi labio
y otra rosa es la que beso,
te quiero, a ti no,
te quiero.
- Autor: Alejandro Pezeira (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de abril de 2019 a las 00:42
- Categoría: Triste
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: Viento de amor
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