Entre dorados rizos
vagaban los sueños de la adormecida tarde,
como incendiados átomos de polvo amarillo
que en el éter se expanden.
Tras el verde follaje de los chopos del río
el fulgente sol ocultaba sus lenguas de oro,
por los ojos del puente
fluía el agua clara como un divino tesoro.
El agua clara fluía
a través de los ojos del intrépido puente,
que con gran entereza
sufría los duros embates de la corriente.
La furiosa corriente fluía a través del río
y con sus aguas se iban los pensamientos míos.
Mi alma llena de penas se la llevaba el agua
entre suspiros de amores y amargas lágrimas.
Halléme en el puente con el corazón vacío
y entre sollozos le pregunté al osado río:
«¿sabes adónde se han llevado mis pensamientos?»
Pero el río no habló ni tampoco lo hizo el viento
y con mucho dolor
regresé sin alma y con el corazón abierto.
- Autor: Julio Noel (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de abril de 2019 a las 06:11
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 23
- Usuarios favoritos de este poema: Melba Reyes A.
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