Delirios

Me gustó verme en tus ojos, verme cálido y esperanzado

ver, en los surcos de tus labios mi torpeza,

me gustó sentir la inocencia con la que mis manos te tocaban

y sentir como la niebla se esfumaba con mi tacto.

Me gustó la pasión de tus besos inconscientes,

calcinados por la embriaguez de mi alma,

me gustó la húmeda soledad con la que tus labios se pasearon

mientras se desvanecía el temor de tus manos.

Me gustó que abrazaras mis letras en tus silencios desesperados

de gritos ahogados por la incertidumbre de mi prosa

me gustó provocar el mismo silencio con mis manos,

silencio que de vez en vez se rompía por la devastación de nuestros seres.

Me gustó ver la sinceridad de tu llanto,verte insegura y con dudas,

y sentir la furia de tus palmas sobre mi pecho

Me gustó no verte como una presa y cesar tus dudas con mi presencia,

agazapar tus temores en mis brazos y decir te amo en un suspiro.

Me gustó, que después de todo, aún podíamos caminar de la mano

y a los ojos del mundo presumir tu vaivén a mi lado,

Me gustó despertar con el brazo dormido y con tu tierna mirada

y darme cuenta que aún despierto seguía soñando.

Me gustó la condena de no separarnos nunca,

saberte mía para crear un grato recuerdo de un mal momento

Me gustó el aroma de tu piel en el peor de mis días

y la ilusión de ser la artesana de los días venideros.

Pero de todo, lo que siempre más me gustó fue pedirle a Dios por ti,

fueron esas charlas interminables que me hacían sentir a tu lado

fue la manera en la que me hacías sentir vivo

y que Dios, de una u otra forma; también se enamoró de ti.