Me gusta hacerle al cielo inalcanzable,
cuando se me distrae embelleciéndose
con sus nubes y del viento cantándose
la eterna melodía indescifrable,
caricias con la mirada papable;
y amante las acoge sonrojándose
y de fuego ausente, hambriento llenándose
sus mejillas de ángel inenarrable.
Entonces, cubre de elegante noche
su cuerpo de estrellas: ¡luna creciente
su sonrisa es; y un agujero negro
su boca que me devora! ¡Un derroche
de versos nos hace nacer: ardiente
amanecer y quien ve en llamas lo íntegro!
- Autor: Rafael Miranda ( Offline)
- Publicado: 16 de abril de 2019 a las 19:05
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 52
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