Anda la venganza buscando a su enemigo.
Detrás va la muerte,
siempre presente en las grandes batallas,
en los accidentes de todo tipo,
en los hospitales de todo el mundo
en los terremotos,
en los precipicios.
Solo la muerte omnipresente
puede llegar a tiempo
para certificar su presencia
en cada fallecido.
Y en tanto…
anda la venganza buscando a su enemigo…
Le siguen los pasos los ángeles de Silvio.
Acaso desesperados, temiendo llegar tarde;
muerte y ángeles, cada quien pendiente
de la desgracia inminente,
haciendo su función en distintos sentidos.
Pero la venganza suele ser apasionada,
ciega en casos extremos,
capaz de todo y capaz de nada,
cuando sobre nada se sustenta
su pasión sin sentido.
Empieza entonces la lucha interna,
en el vengador que no es un asesino.
Es una lucha de inteligencias
entre la venganza que no piensa nada
y lo que piensa la razón,
pensando en el destino.
Ese será el momento decisivo.
La ciega venganza jamás podrá vencer
si la razón posibilita que los ángeles
lleguen a tiempo
y sean eficientes como jamás han sido.
Y así, contra todos los designios,
la venganza llega tarde,
cuando la muerte, que no es una asesina,
cansada de esperar para hacer su trabajo,
(como el sepulturero que se alegra
porque trabajo no ha tenido)
gira sobre sus pasos y reinicia su marcha,
acaso feliz,
porque la venganza no haya vencido.
Frank Calle (19/abril/2019)
- Autor: Frank Calle (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 20 de abril de 2019 a las 00:29
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 23
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