Muere la flor
marchita entre mi tacto.
Funesta
y convertida en gas
se disuelve entre las heridas.
Heridas grabadas sobre el recuerdo,
transformadas en perfume
con esencia antañona.
Esencia de un ayer,
que solo se queda en eso
En memoria,
en imagen,
en pasado.
Ahora le escribo para decirle
como quién alguna vez esbozó en el silencio un hola
la sosegada y aplastante emoción de un adiós,
con el fin de enterrarla en la fertilidad de la experiencia
en esa tierra sana
donde tal vez broten nuevas indulgencias,
esperanzas o virtudes.
- Autor: Ricardo O\'Donojú (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 21 de abril de 2019 a las 03:06
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema simboliza la culminación de una gran guerra de pensamientos entre dos naciones que siempre fueron ajenas, y que sin embargo, alguna vez se amaron.
- Categoría: Triste
- Lecturas: 49
- Usuarios favoritos de este poema: Mariesther Munoz
Comentarios2
Ah no conocía tu versar, buen clamor has dejado, quizás se vuelvan a amar algun día.
Un saludo poeta.
Esa idea de volver a amarnos ya no es una posibilidad que por convicción mía decida, igual le agradezco a ella el poema que me cultivó.
Un saludazo y agradecimiento por leerme.
Me parece estupendo Ricardo', 'es de bien nacido ser agradecido'' dice el refrán, y tú lo cumples.
A veces grandes amores no son correspondidos por el futuro, sin embargo, el pasado guarda la gran historia de uniones que transformaron vidas, momentos y debates, que aunque no culminaron en una armonía sincronizada, culminaron en un recuerdo inquebrantable. Que con un lazo estrecho lograron continuar caminos distintos, sin la necesidad de atarse entre cadenas que pudieron existir en algún momento. Las grandes guerras de pensamientos pudieron simbolizar la libertad individual: dos experiencias de vidas que tenían un mismo ideal, pero no un mismo fin. Sin embargo, fue a través de ellas que se logró entender las grandes diferencias que surgen con el pasar del tiempo, las prioridades y los confines de los acuerdos entre esas dos naciones. Y es a través de la Funesta Flor que se acepta y se logra esa culminación enajenada de esa guerra de pensamientos.
Mariesther, ¡qué gran don tienes para esbozar lagrimas de felicidad en mi rostro!. Me has dejado sin palabras; hasta siento un grado de tristeza por no lograr responderte con la misma empatía que has dejado en cada uno de los comentarios, que muy amablemente dejaste en mis poemas.
El que simplemente hayas respondido a mi comentario me es de gran empatía. Me he sentido muy relacionada con este poema en específico. Tienes un don de hacer de los pensamientos y/o realidades poemas que suenan dulces, pero que a la vez están llenos de sentimientos y realidades crudas que llegan al alma. Posees esa dualidad de escribirlos y hacer reflexionar sobre momentos específicos de la vida, sobre la razón existencial en cada circunstancia y sobre las relaciones humanas que hemos apreciado e incluso que apreciamos en el presente de una forma u otra.
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