Se siembran los rumores,
De que tú y yo nos amamos.
Lo saben todos menos nosotros.
En el silencio de la noche,
nos vemos a escondidas.
Con besos suplicantes de deseo.
Te muerdo y muerdo tus mentiras.
Presa de tu piel.
Condenada a lo prohibido.
Viviendo la delicia y la miseria.
Y miseria porque tu corazón tiene nombre y apellido.
¡Y como escapar si traes miel y fuego en la mirada!
Pero mi verdadero infierno son tus besos,
Que me hielan y me queman juntamente.
Detienen mi percepción al peligro.
Me intranquilizo como una fiera.
Con tus líneas perfectas.
Esos tonos rosa y castaño.
Tan alto como un roble.
No pides permiso,
Me llevas a las sombras.
Suave y despacio.
Caliente.
Sediento de mí.
Y me desvisto bajo el calor de tu respiración.
Y mis ojos que te fantaseaban se despiertan del ensueño.
Mío,
Mío por una noche.
Temblando.
Derramándose bajo mí pecho.
Desestabilizando mis sentidos.
Tu mordida me retuerce de locura.
Garras enfurecidas de pasión.
Me toman, recorren todas mis guaridas.
No me dejan ir.
Me calla con su lengua.
¡Salvaje!
Enfurecido de mis reclamos femeninos.
Y una vez sin voz.
Dejo que se hunda en mi cuerpo y en mi alma.
Tomas mi pelo húmedo y me acribillas sin compasión.
Nuestros cuerpos se fusionan de miedos y dudas.
Moriré,
Vaciándome en ti.
Una y otra vez.
Como una fuente.
Desfalleciendo con cada golpe.
Duro, cruel, inhumano.
De mil posiciones.
Maleable para ti.
Y entre el sabor y tus orgasmos,
sé que piensas en ella.
Y todo ese sueño se desvanece en un instante.
Comentarios1
Muy bueno.
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