Ahorraba hasta pelando las papas.
Quitaba una piel sutil
como un velo transparente.
Ahorraba el dentífrico, el agua,
en el recuerdo, ya hecho una segunda naturaleza,
de las privaciones sufridas por su gente
en los shtetl en Polonia, en los lager
alemanes, y luego en Rusia, en los bosques, acosados,
antes de desembarcar en el paraíso de la abundancia,
más allá del océano, en la America austral.
La observaba e intentaba inútilmente de hacerle entender
que los tiempos habían cambiado, al menos donde ella vivía,
y no regresarían la carestía y la muerte por hambre.
Siguió ahorrando, comiendo las sobras, las migas de pan
como un gorrión en invierno en el alfeizar
frío de la ventana, hasta que
la abrió, esa ventana, franqueó el antepecho
y se tiró al vacío, en una furia
de dilapidación, de derroche, de despilfarro,
echando por la ventana lo más precioso
que había guardado y criado en el transcurso de los años,
demostrando una prodigalidad que no se esperaba
quien la había visto pelar la papas con tanto cuidado,
esas humildes papas tan valiosas.
- Autor: andrea barbaranelli ( Offline)
- Publicado: 27 de abril de 2019 a las 19:32
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: Daniel Memmo, Lualpri, GGonzalesV
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