Dulcísima, cuando llegue el tiempo
de la despedida, del último gesto
no agotado e inagotable, de la última frase;
cuando el violento soplo de la vida se recomponga
en sus ramas de vidrio para que se grabe
la sombra de un arabesco en la pared derrubiada;
cuando, dulcísima, no nos quede ya nada más
que extender los brazos y esperar el momento
del silencio estrellado, el fin de los tormentos (...)
Todo esto lo hemos entendido hace rato
y miramos con ojos abiertos la rueda que avanza
triturándonos, hueso tras hueso, lentamente, con un dolor
que no nos arranca gritos ni lamentos, solo lágrimas de felicidad
por el increíble milagro de estar vivos.
(Quizá nos perdimos un episodio
de nuestra historia de amor, comenzada
hace ciento cincuenta o doscientos años,
en plena época romántica,
o quizá hace cincuenta
en época de neo o posavanguardias.
Difícil de veras averiguarlo
considerando la extraordinaria aceleración del tiempo
en estos últimos años.
Y nunca sabremos como terminará).
- Autor: andrea barbaranelli ( Offline)
- Publicado: 4 de mayo de 2019 a las 11:55
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 68
Comentarios1
Un poema un tanto pedido en su rumbo y también dando saltos en el ritmo. Es como par una quebrada saltando de piedra a piedra
Un saludo y gracias
Gracias a ti por la atención con que leíste mi pequeña composición.
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