abril

Abril, reunidas tardes de abril de los años anteriores se anidan hoy en este cuarto, en prendas inclinadas, en reverencia a dos cuerpos ya dolidos de alboroto y crimen animal, de potente  atracción. Cuando ganas una guerra, cuando empiezas una; es parecido este sentimiento al verte caminar desnuda con las sabanas fogosas entre tus piernas, la luz ya un poco desajustada da un morbo a la vista de este mortal, hasta los pulmones están libres de tabaco, el cuarto es una caldera de un trasatlántico, ahí estas. El alba frotando mi almohada, un ángel un demonio consumiéndome. Pero solo deseo observarte, la luz ya un poco esquiva, no sé de qué mundo pertenecer, si el clímax de tu vagina que es manantial, o  el valle dibujado en tu vientre.

No sé cuánto tiempo pase esta peste de amor, si en verdad ya los jardines de esta casa  los han consumido los insectos, millones de saltamontes de la suerte se llevan parte de mí, no de ti, jamás dejaste nada si a la hora de partir llegara, que importa ya, si he comido sobras de mi ser, con sabor de tu presencia, con argumentos de amor, de poseer, el fuego ya suena en la cera para dar su fin, mi gata se frota bajo las velas ya consumidas. Las botellas de tequila y ceniceros a gusto de las inhalaciones bajo tu mundo.

La vía láctea de mi pensar, el cerrar los ojos solo existen mundos llamadas por tu nombre, nombrados por tus manos, y descubiertos por mis poemas, a causa, mis ojos a veces tornan a los tuyos, ya no sé qué tanto es mío si las ventanas que se tintan a esos ojos marrones, y si los froto te veo detrás de la ventana. La casa del alma