Bendigo tus manos llenas de ternura
y del mucho fruto con sabor a alegrías
que me dieron en caricias tu alma pura
y tu corazón que sobre mí vertías.
Oh! Amor infinito, fémino amor pleno.
Sobre tus rodillas, sobre tus faldones,
déjame dormir y descansar sereno
mientras compasiva muestras tus perdones.
Ya la vida corona tu par de sienes.
La noche que oscura tendióse en tu pelo
empodera los años que ahora tienes
y son blancura de amor, luz de desvelo.
Después de Dios, en su ágape y tan fecundo
poder para dar vida de día en día,
no hay virtud tan gratificante en este mundo
que tu amor de madre, amada madre mía.
- Autor: Mallez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de mayo de 2019 a las 19:05
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 49
- Usuarios favoritos de este poema: Alena Puig Menezes
Comentarios1
muy emotivo poema .gusto leerte
Una gran disculpa wilson calderon diaz por dar respuesta a tu comentario. Muchas gracias por la lectura de este breve pensamiento sobre el ser que nos da la vida. Un saludo fraterno y un fuerte abrazo.
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