Te diré lo que se pierde:
Aquella tímida calma
De la mesa para uno que puede
No levantarse o recostarse, a destajo.
Se entierran mimos malcriados, inexplicables, atiborrando
Rincones de polvo y desamparo.
No se enfrentan las verdades a ese punto de inflexión
(Donde las cosas se quiebran como llantos
Y duelen las rodillas),
Donde parece que quisieras detenerme,
Reconsiderarlo.
Aunque haya un alto para esa nueva soledad
Que se gesta fútilmente
En los restos calcinados de la vieja acuarela.
No podría verte con otros ojos, anhelarte
Desde el populoso panteón de mis otras promesas;
Pero tampoco acierto a concebirte un mundo,
Una imagen, una semejanza que nos saque de esta lluvia
Como si nunca nos hubiese mojado nada, neófitos, inocentes.
Así la imposibilidad se hace un signo de mí,
Un mantra de mi carne,
Una araña húmeda
Que amenaza con desmembrar mis noches.
Y mi rodilla claquea su texto de salida
(Mientras te hieren las mentiras que imaginas).
Sueño un rescate, un estar a mano
(Bandera blanca, ¿bandera blanca?),
Un llegarte de pronto
Sin los vicios del vaho y el cuchillo
Ensordecedor que veja mi tímida calma.
Porque no quiero que te vayas,
Necesito irme.
- Autor: Necrofagotimes (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de mayo de 2019 a las 04:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Versatus, Romi A, Diego Nicolás García Contreras
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.