Una ardorosa tarde de verano
me hallé solo a la orilla del río,
bajo la fresca sombra de los álamos
se edulcoraba el rigor del estío.
Los áureos rayos de polvoriento oro
bañaban los remansos cristalinos
que semejaban espejos de paz
rebosantes de dorados sigilos.
El agua fluía llena de añoranzas
y recuerdos que yo había vivido
en algún lejano lugar del tiempo
y ahora ya eran parte del olvido.
La tarde se alejaba perezosa
con el caminar pausado y sumiso,
entretanto mi alma se adormecía
en un silencio áureo y cristalino.
- Autor: Julio Noel (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de mayo de 2019 a las 05:39
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 48
- Usuarios favoritos de este poema: AZULNOCHE, Ana Maria Germanas, Melba Reyes A., Sophia Sea
Comentarios2
Pre-cio-so.
Veías el río, escuchabas el río, disfrutabas el río.
Un saludo afectuoso!
Gracias, Azulnoche.
Una semblanza perfecta !..esa tarde de so lintenso,que declinaba mansamente, e iba aletarfando tu espiritu....
Precioso poema Noel.-
Un muy cariñoso saludo.
Gracias por tus hermosas palabras, Ana María.
Un saludo cariñoso también para ti.
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