Ninguna
Silban las balas en la noche tránsfuga
desde las medallas y los uniformes,
la hoja seca pisada por las bestias
ha borrado la huella de sus víctimas.
Todo es oscuridad en esta tierra
donde el Sol no brilla como antaño
y las sombras perpetuas se confunden
con océanos de sangre coagulada.
No hay barco, no hay timón no hay timonel
y un manto de silencio cubre todo.
Los pueblos que practican el olvido
son sociedades muertas, sin historia,
que inconscientes realizan cada día
el brumoso festín de su barbarie.
¿Qué dios, por mí no imaginado,
dará fin a tanta destrucción,
si aquellos fabricados hasta hoy
nos dejaron con la cruz a cuestas
y cansados se marcharon tristes
a los suburbios de la eternidad?
¿Será que el hombre en su locura
los inventa para infaustos fines
bajo el ropaje de supremas formas,
y procede después a eliminarlos?...
Adiós esperanza. ¡Adiós! ¡Adiós!
- Autor: 000 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 15 de mayo de 2019 a las 12:16
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 23
- Usuarios favoritos de este poema: Jorge Horacio Richino, Jesús Oscar Ugalde
Comentarios1
Sublime. Un cordial saludo
Gracias Jesús. Recibe un cordial saludo.
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