A todas las personas les ocurre al menos alguna vez en la vida, aunque sean pocas. Nos ocurre que nos paramos a hacernos preguntas que en cierto modo se nos antojan curiosas o interesantes pero que resulta que no son preguntas de todos los días sino de algunas pocas veces en la vida, es como si un día nos paráramos, como si alguien o algo nos detuviera, para obligarnos a hacernos a nosotros mismos esas preguntas:¿Para qué tanto nos arraigamos a un lugar si después, casi seguro, toca desarraigarnos, volver al inicio y al origen? ¿Porqué y para qué escribir tanto aunque hayan mil razones para ello? A mi se me antoja decir, con respecto a esto último, que es porque al menos así me da la razón de ponerme en duda, a mi mismo, mis propias ideas puesto que si son mías, y sólo mías, tengo todo el derecho del mundo a dudar de ellas o, incluso, a equivocarme.
Aún es hoy y después de todo lo aprendido, o intentado aprender, en que es el caso de que no aprendemos de lo importante que es para las personas su niñez, nuestra niñez de todos, aún después de haberla perdido. ¿Quién se hace hoy preguntas raras tales como ¿Qué queda de la memoria de la niñez, qué hubo? Y vuelvo a preguntas lógicas pero no usuales: ¿Para qué tenemos una casa, o ésta nuestra casa en concreto? ¿Qué sentido tiene las respuestas que a esa pregunta le damos? ¿Para qué estudiamos más precisamente en tiempos de crisis si es cuando menos valor tiene los estudios o lo que sabemos? ¿Cuándo nos vamos a convencer de que no vale, en estos tiempos, tanto lo que sabes sino que lo que en verdad vale es qué haces con lo que sabes? ¿Aceptamos que ninguna empresa hoy – ni hoy ni nunca – no nos paga ni nos pagará por los conocimientos que tenemos sino por lo que somos capaces de hacer partiendo de esos conocimientos? Nos pagan por lo que hacemos no por lo que sabemos.
¿Qué sabemos de la muerte aparte de que está ahí, siempre presente? ¿Porqué la ignoramos en ciertos momentos de nuestras vidas? ¿Dónde está escrito que nos vamos a morir cuando queramos? ¿Cuándo queremos morirnos? ¿Alguien le ha puesto fecha a la muerte para que venga a llevarnos? La muerte es una idea que creo siempre se ha impuesto al sentimiento de la ausencia de Dios: el vivir como meta para morir como fin de la vida. Cuando el hombre descubre la ausencia del dios interior que llevamos dentro, nuestro propio dios moral, se convierte en un ser posiblemente frío y hosco para más tarde ser transformado, quizás, en un sentimiento vulnerable de culpa consigo mismo.
Ahora estamos viendo que comienzan los tiempos del caos y el desorden económico y por lo tanto también la creencia y la convicción de que vienen tiempos negros que probablemente algunos – algunos muchos -, no sabremos afrontar. Y después vienen las preguntas, esas preguntas que la mayoría de las veces no encuentran respuestas correctas ni adecuadas; así empieza, también, la lucha por tratar de comprender, de organizar e incluso de sobrellevar este caos que se nos ha echado encima. De niño recuerdo muchas veces los días húmedos, el agua de lluvia correr por las aceras e incluso oírla sobre el tejado de mi casa, de la llamada, porque así se llamaba mi casa púbicamente, “La casa verde” aunque eso era ya antes de que mis padres fueran a vivir allí. Fueron aquellos tiempos y en aquellos años en que descubrí que un olor puede ser, perfectamente, el espacio y el tiempo que delimita una vida, una especie de barrera de paso hacia un lado u otro; una autorización pendiente quizás desde algunos años antes, también un enfrentamiento aunque después, casi siempre, este enfrentamiento es, era, lo que nos indicaba el camino hacia una nueva libertad.
En mis escritos siempre procuro que exista vida, contradicciones e incluso a veces hasta repudio por parte de quienes me leen; es porque creo que he procurado situarme a lado y junto de los que se podría decir que no tienen voz, de los que no saben de preguntas y menos aún de respuestas. El pensamiento ha de ser nómada en esencia, capaz de adaptarse a todos los espacios abiertos donde sea recibido y pueda dejar parte de un pensamiento que viene de lejos y que busca situarse en un hueco desde el cual exponer otras ideas, otro pensamiento y así lo que vamos logrando es que el mundo sea menos ancho al mismo tiempo que no tan lejano de donde está cada cual: que caigan las fronteras y que las distancias no se midan ya por kilómetros sino por instantes en que tardemos en comunicarnos y transmitirnos ideas diferentes y diferenciadoras. Así pienso.
Lázaro.
- Autor: lazaro sosa cruz ( Offline)
- Publicado: 16 de mayo de 2019 a las 13:10
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 54
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, mariapdfoxa, Texi
Comentarios3
TIENES RAZÓN TODOS EN ALGÚN MOMENTO DE LA VIDA NOS DETENEMOS. PORQUE HAY COSAS QUE SE NOS HACEN ILÓGICAS, CÓMO PORQUE NACISTE EN EL PAÍS QUE VIVES? PORQUE SE MUERE LA GENTE QUE AMAS? PORQUE VEMOS EL CIELO TAN LEJOS? BUENO CREO QUE TODOS LOS DÍAS HAY PREGUNTAS NUEVAS. ES UN PLACER PASAR POR TUS LETRAS PARA REFLEXIONAR.
SALUDOS POETA
Gracias Alicia por tu opinión. Al final son más las respuestas que no encontramos que las preguntas que dejamos de hacer. Sería bueno parar un poco y mirar en nuestro yo interno a ver qué hay de nosotros mismos.
Muy certera tu respuesta, como siempre. Gracias.
Lázaro.
me ha gustado mucho, ha sido un encanto leerte
Lo verdaderamente importante es que a ti te haya hecho pensar, éso es lo que vale. Gracias.
Lázaro.
Completamente de acuerdo, tenemos dudas, mil preguntas nos hacemos, y a veces no entiendes nada, hay preguntas que no obtienen respuestas, y otras las tienes tan crudas que duele saberlas.
Un cordial saludo.
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