Nos quedamos aniquilados frente
al juego de colores:
rojo y añil y negro;
nos paralizaron los ojos
avizores del cobra:
un intercambio
de miradas oblicuas
malignas
entre él y nuestro espanto.
Restalló luego el chorro
de venenosa saliva,
de golpe.
Nos quedamos inmóviles
jugando
con el rojo y el negro y el añil
componiendo
un paisaje de diurna tiniebla,
de oscuridad con reflejos,
de sol en eclipse,
hasta desencovar
el cobra agazapado
el cobra
inmóvil
fósil
en relieve
en la roca.
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Autor:
andrea barbaranelli (
Offline) - Publicado: 20 de mayo de 2019 a las 11:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 76
- Usuarios favoritos de este poema: Texi
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