Bus.

Estaba en el bus, camino a Serena.

Nada raro, el joven de mi lado derecho, bostezaba de vez en vez y una que otra persona mormuraba cosas.

Miro por la ventana, sin nada que mirar... Un paisaje hermoso, divino de contemplar.

Cerros verdes, mar verde y un cielo celeste, común y hermoso a la vez.

Pero algo no me dejaba en paz, la sensación de que algo andaba mal me perturba la mente, sé que algo debí de olvidar en el computador.

Soy demasiado promiscua para mi edad, pero muy poco para las chicas de hoy en día.

Esto de ser sensual, no se me da.

Esto de ser intelectual me perece quedar, pero ¿a quien le importa lo que diga o lo que vaya a pensar?

Sí mis manos crean arte, si mi boca crea versos, si mi mente hace novelas y mi corazón se hace pedazos.

Basta, tendré un viaje normal...

¿Quizás mi viaje no es normal?

Yo no lo soy, pues de tanto analizar mi vida se me ha olvidado vivirla, sentirla y hacerla mía.

Se me olvidó restarle tiempo al destino, e durado más de lo que e sentido.

Quizás este viaje me ayude a meditar, a cómprender para donde va mi vida, ya no se donde pisar.

Sí lo supiera me dejaría ver, tocar o amar.

Estoy perdida en una carretera de sentimientos muertos, yo estoy vacía de dolores, sueños y amores.

Déjeme ver el mundo, pintarlo con mi tristeza, sentirlo entre mi sangre y que desde allí me haga el amor y me produzca el extasis que tanto anhelo.

No es fácil ir encerrada en un aparato con ruedas, de metal y un sin fin de personas ajenas.

Pero tampoco es fácil vivir entre ellas, entre estas personas que solo miran con temor a lo que uno ama con pasión.

Mis muslos gordos están llenos de costras, sudan y se raspan por la calor, desde hace un tiempo perdí el pudor.

Muestro lo que me de la gana, cuando quiera y porque quiero... ¿Es liberación?

¿Dime tú que piensas?