HUELLAS

boris gold

El reloj del tiempo siempre en movimiento, no da ni siquiera un respiro para mirar atrás, su rol es empujar hacia delante sin cesar, eso hace que en el camino vayan quedando cosas, despojos de vida difíciles de olvidar. 
Y allí va el anciano, haciendo un racconto de ese pasado lindo que le tocó vivir, época en que no había achaques que impidieran , las mil aventuras que supo tener.
En el inventario de tantos sucesos, las buenas se imponen sobre las demás.
Amores sinceros y amigos queridos que hoy son historias, mientras tanto tozuda y valerosamente, él se ciñe al imperioso y arduo trabajo…DE VIVIR.
A pesar del tiempo y la distancia, de ausencias y dolores permanentes, tiene sin embargo tiempo de volar a bordo de su imaginación, para penetrar en ese mundo hecho a su medida y a su tenaz voluntad de ser feliz… aunque sea de a ratos.
Y allí se lo ve metido en el traje de sus veinte años, embebido de la alegría y el empuje de esa edad, en que los problemas y contratiempos le eran ajenos, él era el dueño feliz de ese pedazo de mundo que le correspondía.
Ahora era diferente, ya no ve todo de color ilusión, los colores de antaño se fueron desdibujando, para convertirse en un gris acorde a su vida presente.
Había momentos en que la nostalgia mancomunada con su angustia se encargaban de traerlo hasta los hermosos momentos que tanto extrañaba, eran tan solo ráfagas, instantes de allá lejos, el futuro pintaba a las mil maravillas y en su léxico no existían palabras tales como: vejez, decrepitud y…OLVIDO.
Pero todo es finito y a veces los buenos deseos se hacen perdiz, el presente se impone y es el que maneja los hilos, para él somos simples muñecos que nos maneja a su antojo.
No es fácil para el personaje que nos ocupa, armar el rompecabezas del destino, lo que conocía ya no existe más y el camino que aún le toca recorrer, para perderse en el infinito…es una incógnita.
La vejez no es un estudio para imberbes, muchos humanos y en especial los que tienen decisión de poder, se envuelven en esa pátina morbosa de soberbia que le dan los altos cargos que ostentan Y que cegados por su maldito ego se creen inmortales y no se dan cuenta que el oficio de vivir, es como una gran obra de teatro…CON UN PRINCIPIO, UN DESARROLLO Y ”UN FINAL”.
Más el tiempo, siempre el tiempo, en su papel supremo de digitar las cosas, es el que con su dedo ejecutor, indica quién juega el partido, quién va al banco de suplentes y quién ¡NO JUEGA MÁS!...
“HAY HUELLAS QUE ESTÁN CONDENADAS A PERDURAR POR SIEMPRE…
SON LAS QUE DEJA EL TIEMPO” 
Boris Gold
(simplemente…un poeta)

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Comentarios +

Comentarios1

  • Paloma P.P.

    Precioso relato que me ha encantado leerte. Un fuerte abrazo amigo.



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