Picanteces

Alberto Escobar



 

Bajo el oropel no caben distingos

 

 

 

 

 

 

 

 

La casa estaba vacía.

El guía contratado por el instituto, una chica, para ilustrarnos
con todo lujo de detalles sobre la mansión Montferrant se
desbordaba de entusiasmo ante cada historia, por nimia que
fuera, sobre sus legendarios moradores, M. y Mme Silespan.
Fue entrar en el lujoso salón y recrear las interminables fiestas
que anegaban en vino la alta sociedad parisiense del lucífero
siglo, banquetes que competían con los míticos grecolatinos,
aquellos que todos tenemos en nuestras retinas.
Después de tanto boato, talco y rapé me apetece distanciarme
del resto para darle al evento mi singular toque...
En este mismo- dije al ver el sugerente taraceado de una puerta,
la empuje con levedad, para evitar chirridos delatores, enciendo
la luz, que ya era eléctrica, y avanzo un pie, luego el otro...
Me abofeteó la vista una cama estilo Luis XV color yema tostada
con un cabecero historiado con escenas de caza, el aroma de
la estancia me transportó, cual si trabajara para el Ministerio del
Tiempo, a los juegos de alcoba de Casanova and company.
Sobre una especie de cómoda, una suerte de bargueño, descansaba
un libro, me acerqué a curiosear sobre sus páginas, Las Amistades
Peligrosas de Choderlos de Laclos, libro polémico donde los haya.
Si agudizaba el oído, aproximando la oreja al lomo, podía escuchar
un tintineo entreverado de risas de íntima complicidad, no pude más
que abrirlo para participar en la francachela.
Apenas hube devorado los primeros compases una mano blanca,
delicada y firme al tiempo me agarró del cuello de la camisa hasta
arrastrarme al interior de la trama.
Me miré de arriba abajo y no me reconocí. Parecía un casanova del
tres al cuarto, rodeado de una pléyade de damiselas a cual más
encantadora y exuberante.
Como el libro es largo, más de trescientas páginas, sigo aquí dentro.
Supongo que mis compañeros habrán vuelto a sus quehaceres.
Espero que no me hayan echado de menos, y si así ha sido mala
suerte, qué se le va a hacer.
Nunca se sabe dónde salta la liebre.

Feliz lectura libertinos...

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  • Autor: Albertín (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 30 de mayo de 2019 a las 15:45
  • Comentario del autor sobre el poema: Nunca se sabe qué pueden deparar las entrañas de un libro.
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 24
  • Usuarios favoritos de este poema: anbel
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Comentarios +

Comentarios1

  • anbel

    Me ha encantado. Un abrazo 😊



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