NOCTURNO XIX

Con tus ojos infantiles,

y tu sonrisa seductora de blancos incisivos,

me deslumbras, bella mujer,

en esta ansiada cita nocturna.

   La bruja milenaria nos ha besado

con un tenue ósculo de luz

y proyecta nuestras sombras

contra un imponente muro.

La noche clarea y cobra vida

con mil fragancias de tierra húmeda,

de pino, de jazmines, de paraíso nocturno,

de clariesencia, de enigmáticos

y exóticos aromas del más allá.

Los miríficos astros nos observan

haciendo ostentación de su majestuosidad

y magnificencia; de su poder

y grandiosidad de Universo indescriptible.

Los poderes de la noche desatan su magia

entre neblinas blanquecinas, 

cantos de búhos, croar de ranas

y balbuceos de cuervos demoníacos.

Esta noche te veo feliz con esa risa envolvente

y tus miradas hechiceras.

Tus cabellos lucen bañados de plata

por los rayos de la Luna.

La alegría de tu ser es tal,

que proyecta una danza de luz

sobre las siluetas nocturnas.

Nuestras almas se han fusionado

en ceremonial secreto, con ensueños lúgubres

y besos de amantes.

Esta felicidad aflora por tus poros

y oxigena tu existencia 

con un poder de sugestión mayor

que la música  impone

por sobre la evidencia y la razón.

Por eso, amada mía,

canta y baila cual una loca,

que es mejor estar loca de felicidad, 

que loca de desdicha.

Así le aconsejo a tu corazón, 

cuando ha renacido la primavera en todo tu ser.

   ¡ Vamos, brindemos simplemente por la vida!

Bebamos de este vino dulce y embriagador,

fruto de aquel dorado racimo

que llenó de luz los campos de estío

y que ahora te transporta y envuelve toda,

con aromas de una añeja felicidad; y 

que como inmigrante perfume,

exótico y extraño, narcotiza tu espíritu

y hace florecer el mayor milagro realizado

de tu existencia: el AMOR.