Con solemne entusiasmo
al Señor del amor me encomiendo,
y con un ardiente culto
le pido asilo en su pedestal alto.
Por angosto sendero,
a cada paso le veo como un amigo,
en cada ocaso
y en mi tiempo apagado.
Así empezó todo,
con un diálogo tan sencillo,
que de lo minúsculo
le hice un verso hacia el infinito.
Él siempre va conmigo,
para elevar mi pensamiento a su cielo,
un celestial encanto,
que escucha mi voz y mi acento.
- Autor: el brujo de letziaga (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de junio de 2019 a las 02:30
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 27
- Usuarios favoritos de este poema: Sophia Sea, Mauro Enrique Lopez Z., Texi, Luna y Poesía
Comentarios1
Es muy satisfactorio poder escribir lo que calladamente la razón nos traza como senda a seguir.
Saludos cordiales.
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