La refulgente tarde de abril
el sol derretía en oro y grana,
tras el volátil velo de un balcón
se encendía de amor una mirada.
Una lluvia de oro bañaba el éter
que el fuego de sus pupilas quemaba
y hasta el resplandeciente azul del cielo
sus zafiros convertían en malva.
Los gráciles rosales del jardín
desolados y afligidos lloraban,
pues su fulgor no podía emular
la luz que ardía en la dulce mirada.
- Autor: Julio Noel (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 21 de junio de 2019 a las 06:16
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 50
Comentarios1
Ternura que se siente
Un gusto leerte
HECTOR ADOLFO
México
Gracias, Héctor.
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