La banalidad de la evidencia: el velero clavado durante tres semanas en el mismo punto, aunque el viento hinche las velas, doble los mástiles y haga rechinar la tablazón; los cadáveres de los esclavos que, una vez abiertos en canal por el médico de a bordo, resultan faltos del corazón: la bruja, a la que se acusa de haber comido esos coraziones, amarrada al cañón e insensible a los azotes. Todo eso he visto con mis propios ojos, y toda la tripulación del barco lo ha visto junto conmigo.
La evidencia contradice el sentido común que afirma que ningún barco se queda parado cuando sopla el viento y que nadie, ni siquiera una bruja, puede comer el corazón de un hombre sin abrirle el pecho. Pero la evidencia no es la prueba de la verdad. Quizá los cuerpos no sean como nos aparecen. Quizá los cuerpos no tengan nada que ver con lo que el sentido común considera evidente. A lo mejor, en este momento en que estoy aquí, en mi camarote, hojeando el segundo tomo del Diccionario de Pierre Bayle, me encuentro también en el serrallo de Constantinopla o en un bosque de Canadá o en una casa en Japón o en un muelle del puerto de Róterdam, conversando con mi amigo Pierre, que acaba de donarme este precioso ejemplar de su obra que mi otro yo está leyendo en mi camarote en el barco parado a la vista de la Martinica. No es pues increíble que en el Universo haya una sola y única criatura multiplicada al infinito.
- Autor: andrea barbaranelli ( Offline)
- Publicado: 21 de junio de 2019 a las 18:36
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 20
- Usuarios favoritos de este poema: Yamila Valenzuela
Comentarios1
Muy buenas letras
Emotivas
Un gusto leerte
HECTOR ADOLFO
México
Gracias, querido amigo.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.