Camila llevaba el color de la lluvia en sus ojos, y el tono pálido de los azahares en su piel, diminuta y esbelta, de suave caminar y el breve ondular de caderas la asemejaba a un junco mecido por la brisa.
Sonreía, jamás reía ruidosamente, era leve, etérea cual sombra escabulléndose tras los pinos al caer la tarde.
Siendo niña aún, y su corazón no sabía de amores ni desamores lo vio junto al río, con sus rizos dorados como rayos de sol, ojos verdes como el mar al atardecer y gran sonrisa dejando el marfil de sus dientes brillar con la luz de la tarde, lo recordaba mirándola cómplice, invitándola a tirar la línea para pescar.
Jairo había llegado al pueblo hacía poco, venía para curar sus pulmones que según dijera el médico citadino lograría recuperar en esa zona, lo cierto era que ya al poco tiempo sus accesos de tos habían casi cesado y podía disfrutar del sol, la pesca y las hermosas tardes cerca del río, donde todo lo maravillaba tal cual sucede con los niños que llegan de la gran urbe.
Camila sentada bajo la sombra de un árbol lo observaba con sus largas trenzas oscuras contrastando con la transparencia de su rostro.
Jairo la vio y le hizo una señal para que ella fuera a su lado, y cautivada por su belleza se aproximó a él con una tímida sonrisa que brillaba en el rubí de sus pequeños y húmedos labios, él le tendió la mano como un caballero y le dijo su nombre, ella respondió con el suyo, y en el temblor de su mano y la calidez de la del muchacho apenas un par de años mayor que ella, se selló un amor a primera vista sin que ambos lo supieran en ese instante.
Desde esa bellísima y cálida tarde de primavera caminaron juntos los senderos del pueblo y la campiña, el camino hacia la escuela, el del río, aquel atajo serpenteado que los llevaba a un escondido refugio en el bosque donde había una especie de cueva en la roca, la calle que los condujera al único cine del pueblo.
Camila y Jairo fueron creciendo sin darse cuenta, sin que el tiempo fuera para ellos lo pesado que suele ser a los adultos, compartiendo horas y momentos plenos de felicidad, Jairo realmente dejó atrás su problema respiratorio y se convirtió en un fuerte joven, gallardo, con las facciones de un Dios Griego, y ella en una esbelta muchacha, dulce en su expresión y delicada en sus modos y apariencia.
Pasaron las estaciones una a una, año a año y volvieron a pasar muchas primaveras hasta que en una de ellas cuando en los ojos color lluvia de Camila se dibujaron 17 primaveras Jairo ya rondaba los 19, y debajo de aquel añoso árbol que la descubriera hacía nueve años sus miradas no pudieron ya ocultar lo que sus corazones gritaban, pero ellos callaban.
El muchacho por vez primera rozó sus labios de rubí y sintió el dulce licor que ellos le ofrecían sin temores ni pudores, un volcán embravecido se despertó dentro de sus cuerpos y tomados de la mano corrieron por el sendero que los llevaba a su lugar secreto, dentro del refugio volvieron a sentarse en el suelo y apoyados en la fría piedra que oficiaba de pared, continuaron besándose tímidamente al principio, en el pecho de él parecía desprenderse burbujas como en una frágil copa de champagne y en el plexo y estómago de ella el batir de alas de mariposas convertían su sangre en lava espesa y caliente fluyendo por sus venas.
Quien ha estado enamorado en la juventud conoce esa rara y excitante sensación que corre a través de la sangre, venas, carne y hasta cruje en la médula, conoce ese delirio casi imposible de parar cual tsunami arrasando sentidos y despertando todas las sensaciones posibles.
Un mínimo de sensatez contuvo a Jairo, quizás no fue la sensatez si no el mismo amor que le advertía que dañaría a la persona que más había amado y amaba en su vida.
Durante los tres meses siguientes el único sendero que transitaban tomados de la mano a la hora crepuscular era el del refugio, solían estar abrazados fuertemente besándose, reconociendo cada centímetro de sus cuerpos con caricias y besos, pero nunca más que eso, Camila hubiera accedido, lo amaba tanto que no se hubiera negado a pertenecerle íntegramente, pero Jairo no quería dañarla, sabía que en poco tiempo volverían a la ciudad y aun sabiendo que volvería por ella algún día pensaba que solo un hombre sin escrúpulos se aprovecharía de la confianza y el amor de una mujer como Camila.
Cuando le comunicó a la muchacha la decisión de sus padres y el motivo, por primera vez frente a él sus ojos llovieron tan impetuosamente como lo hace un vendaval. Lloraba sin poder decir una sola palabra, sin preguntas, sin pedir, sin entender, en un momento se colgó de sus labios cual grano de uva de un racimo, y sus manos trepidando fueron desabrochando la camisa del muchacho que temblaba pegado al cuerpo de Camila tal cual lo hace un cometa vibrando en el cielo por el viento, la tomaba solo del talle dejándola a ella hacer sin saber ni imaginar cual sería el final.
Cayó la camisa al suelo y ella separándose del cuerpo dorado del joven desprendió su blusa y dejó descubierto su torso frente a los ojos ávidos de Jairo embelesados en su piel tan blanca como la leche y transparente como la seda y aquellos pechos turgentes donde dos pequeños botones rosados se ofrecían a la humedad de sus labios, las manos temblorosas del muchacho acariciaron suavemente su cuello y fue deslizándose por el blando declive de sus hombros hasta atrapar en la jaula de sus dedos los trémulos capullos mientras la blusa volaba mansamente hasta el piso sobre la camisa del joven, el resto de las prendas fueron cayendo lentamente hasta quedar ambos desnudos como la tarde al despejarse de las nubes de la tormenta que había pasado sin q ellos lo notaran fuera de aquella guarida.
Penetrar su cuerpo, traspasar la puerta de su intimidad fue para él como entrar a un templo sagrado, su calidez y aterciopelado paso le pareció transitar el mismísimo edén, ella sentía su cuerpo levitar entre los brazos del amor, nada existía en aquellos momentos, hubiera acaecido el fin del mundo y no se hubieran dado cuenta, ni siquiera les hubiera importado morir estando unidos cual estrella en el cielo a perpetuidad.
Ya no bastaban besos y caricias, las manos multiplicadas los labios y las lenguas recorrían cada milímetro de piel saboreándose famélicos hasta que un vendaval de esencias se mezcló dentro del santuario bendito y ambos permanecieron abrazados palpitando al unísono, se miraban a los ojos sonriendo tímidamente hasta que él se atrevió a hablar.
-Amor nunca me olvides volveré por ti, solo dame un poco de tiempo.
-nadie volverá a tocarme amor, soy tuya desde el primer día que te vi y no sabía que esto era el amor.
Se vistieron y abrazados recorrieron el atajo, se miraban y besaban sin decirse nada, todo estaba dicho, no había que aclarar nada más.
Durante una semana hasta la partida de Jairo sus encuentros fueron solo para amarse, para sentirse, para entregarse íntegros, absolutos uno al otro sin medida, sin ningún límite, el sabor de sus pieles, las fragancias de sus cuerpos iban penetrando en el cuerpo del otro hasta no poder olvidarlos jamás, estaban seguros que los reconocerían pasara el tiempo que pasara.
Camila vio partir la camioneta cargada de cosas y luego el auto que se llevara a Jairo desde un recodo del camino que llevaba a la carretera él la vio sentada con los brazos rodeando las rodillas y su cara apoyada en ellas, imaginó su rostro surcado de lágrimas, y el canto triste de su corazón agitado dentro de su pequeña jaula de marfil. Tenía ganas de saltar del auto y volver hacia ella y llevársela consigo, pero sabía que era imposible, que debía volver por ella ya hecho un hombre, pero una leve sombra lo acompañaba, el temor de perderla, de que ya nunca volviera a verla.
Los años pasan de prisa, las promesas se van borrando con los días y las horas, es que la vida nos abarrota de problemas, de oscuras sendas por donde vamos perdiendo recuerdos, ilusiones, hasta convertirnos en muñecos de un destino infame que nos borra la sonrisa, algo así sucedió con Jairo, primero las cartas llovían a la estafeta del pueblo, las noticias y palabras de amor eran frecuentes.
-Amor, ya estoy en la universidad, las horas son eternas sin ti, extraño el lugar, tu cuerpo, tu voz, tu risa. Me hace falta ese cielo azul, los pájaros y sus gorjeos que son como el latido de tu corazón sobre mi pecho. ¿Sabes?, esto es triste, el cielo esta tapado de nubes de humo, todo está contaminado de ruidos atormentadores y el aire viciado de olores horribles. Quiero volver a tu lado, a ese lugar tan parecido a un paraíso donde tu piel es seda y tu fragancia me narcotiza hasta elevarme al cielo.
Camila temblaba leyéndolo, apretaba sus cartas a su pecho y lo sentía estremecerse como cuando había sido tan suyo como su propio respiro. Ella mientras había conseguido un trabajo en una tienda del pueblo, se fue haciendo una joven solitaria, de su casa al trabajo y de allí a la iglesia unos días otros a la biblioteca donde leía incansablemente para no pensar, sus padres se preocupaban porque los años pasan decían y te quedaras solterona, que será de ti cuando no estemos; la preocupación era porque Camila era su única hija y esperaban verla felizmente casada y con hijos, pero eso parecía que nunca sucedería porque la muchacha rechazaba toda invitación que le hacían los jóvenes del pueblo.
Así fueron pasando los años, las cartas fueron cada vez más espaciadas, en una Jairo le comunicaba que su padre no estaba bien, que aparte de estudiar debía ahora hacerse cargo del negocio que su padre había instalado y casi no le quedaba tiempo para nada, que su madre dependía de él ya que era una mujer que siempre había dependido de su padre y no tomaba ninguna resolución sola, y su hermana se había casado y ahora vivía en otro estado, por lo cual los dos años que le faltaban para terminar su carrera serían un poco más debido a tantos problemas, luego de esa misiva pasaron meses antes de que volviera una respuesta a la suya donde ella le decía que no importaba el tiempo, que ella lo aguardaría pasara lo que pasara.
Un año después el padre de Jairo falleció, el muchacho ya hombre se hizo cargo de todo, sin olvidarse de Camila siguió sus estudios y con el negocio, su madre se fue abandonando en su tristeza y fue otro trago amargo para él, no quería irse con su hija, ni quería ya vivir, fueron meses de angustia y mucho trabajo para el hombre un poco agobiado de tantos traspiés, hacía tiempo que no escribía a la única mujer que llevaba impregnada en su cuerpo, nunca había tenido miradas por ninguna otra ni había tocado otro cuerpo más que el de la niña campesina que le robara su corazón, pero esa noche con la pluma en la mano decidió darle libertad, su vida se complicaba con tanto trabajo, con el estudio ya atrasado, con la depresión de su madre para eso ya habían pasado cinco años y no quería perjudicar a Camila porque pensaba podría ser feliz con alguien que la amara y pudiera darle todo su tiempo y su amor, llevarla consigo en esos momentos era obligarla a vivir junto a una mujer depresiva y con él que apenas tenía tiempo para nada, no pensaba que eso la haría feliz en esa ciudad que hasta él detestaba.
-Amor mi vida está cada día más complicada, el tiempo pasa y no puedo cumplir contigo como quisiera, te doy libertad para que busques tu felicidad, no es justo esta espera de años, donde vas dejando que tu juventud se deshoje en soledad, solo quiero que sepas que renuncio a ti no al amor que por ti siento, que es lo más maravilloso que he vivido y sentido, si alguna vez fui feliz fue allí en donde te conocí, donde te disfruté, donde te hice absolutamente mía pero sería egoísta de mi parte obligarte a esperarme por más tiempo, tus alas están libres vuela y sé feliz.
Camila apretó la hoja contra su pecho y lloró, sus ojos color lluvia desataron una cruel tormenta inundando su corazón, le escribió diciéndole que nada ni nadie lo borraría de su vida y que ella estaría allí esperándolo, aunque no volviera a escribirle.
Él no volvió a escribirle, pensando que esa sería la forma de convencerla, se dedicó de lleno a su trabajo, su carrera quedó abandonada, y el cuidado de su madre se hizo intensivo con la ayuda de una enfermera, decidido a no alejarla de su casa para internarla en un lugar de salud mental.
El tiempo corre, pasa raudo entre nuestras alas, nos pone lentos, quiere adueñarse de nuestra memoria, robarnos recuerdos, borrar promesas, envejecernos, pero no puede jamás con el amor intenso y verdadero, Jairo no podía sacarse de su cabeza a Camila, era su sueño recurrente, casi una obsesión, y Camila sentía lo mismo, ambos parecían unidos por un lazo invisible, un cordón intangible que no permitía que ninguno pudiera voltear su mirada hacia otro lado que no fuera aquel donde sus nombres brillaban con resplandor de sol, y sus corazones se encandilaran con solo pronunciarlos.
Camila cumplía 30 años y sus padres decidieron regalarle un viaje donde ella quisiera, lo dejaban a su antojo, decidió, ir a la ciudad a buscarlo, sentía que Jairo aun la amaba, buscó la última carta recibida años atrás y sacó pasaje para viajar dos días después de su cumpleaños, pidió un mes de vacaciones sin goce de sueldo para poder tener tiempo y estar con él y convencerlo de que aún había tiempo para ambos.
Nunca había ido a la capital, los más de 1500 km de distancia y su situación económica nunca se lo habían permitido, pero esta vez sus padres le dieron parte de sus ahorros de años esperando que por fin su hija cambiara su vida solitaria y recobrara la felicidad. Al llegar constató aquello de que el cielo no era tan azul, y que los olores eran diferentes a los de su pequeño paraíso natural, tomó un taxi y pidió que la llevaran a la dirección que tenía en el sobre, el lugar era aparentemente tranquilo, de gente de clase media, bonito lugar pensó, el conductor paró el vehículo y dijo
-Es este el lugar Srta.
-Gracias, sírvase Sr.
Al bajar se encontró frente a una casa de dos pisos con un jardín al frente y dos niños jugando, pensó en irse, pero debía enfrentar la situación tocó el timbre y esperó ser atendida los niños corrieron hacia ella mientras una mujer se acercaba secándose las manos en su delantal.
-Buenos días en que puedo servirle Srta.
-Perdón- balbuceo Camila- busco al Sr. Jairo Hernández, tengo esta dirección, ¿está en la casa?
-Lo siento, él ya no vive acá, nosotros compramos hace dos años la casa, no sabría decirle dónde vive ahora, pues compramos por intermedio de una Empresa de Bienes Raíces.
-¡Qué pena!, no sé qué haré ahora, no conozco la ciudad y no sé cómo encontrar un lugar dónde alojarme
-Pase…pase, le llamaré un taxi y seguramente sabrá el conductor donde llevarla
Camila entró y sintió alivio por saber que los niños no eran de Jairo, pero ahora ¿cómo lo localizaría en esa ciudad enorme sin otro dato que su nombre?
-ya está en un momento llegará el taxi, hay un poco de demora porque es un horario pico, mediodía mucha gente vuelve a almorzar el horario de tarde es a partir de las 15, aunque muchos hacen horarios corrido, el caso de oficinas- comento la mujer.
Mientras esperaban, las dos mujeres comenzaron una charla en la cual Camila le contó su historia, Patricia sintió ternura por aquella muchacha y le dio su teléfono para que se comunicara con ella si necesitaba algo, se ofreció a ayudarla en lo que pudiera.
-Gracias, lo tendré en cuenta estoy tan sola tan desorientada-Patricia tomó el teléfono y canceló el taxi-
-Espera, te ayudaré, en un momento llegará mi madre dejaré con ella los niños y te acompañaré, mañana veremos cómo buscamos a tu amor, me caes bien puedes contar conmigo.
Camila sintió alivio, pensó que podía relajarse y al otro día ver como en un mes encontrar a Jairo, y de pronto una duda comenzó0 a pinchar su esperanza, y si no viviera más en la ciudad, y si se hubiera olvidado de ella hacía casi cinco años que no sabía nada de él que no contestaba sus cartas y que las últimas habían regresado porque nadie las recibía y después estos dos años donde ella misma había dejado de escribir, su ilusión parecía desvanecerse como una burbuja en el aire, Patricia la miraba y presintió su pensamiento.
-No te preocupes ahora muchacha mañana todo estará más claro, ahí llega mi madre, en unos minutos estaré lista.
La mujer explicó brevemente a su madre la situación y subió a cambiar su ropa y arreglarse para acompañar a Camila, en el trayecto al centro paró en una enorme casa de estilo muy antiguo con varias ventanas que daban a un jardín, y le pidió a la joven que la esperara.
Al regresar le dijo:
-Ya está, aquí podrás quedarte el tiempo que quieras, este lugar es acogedor, es una especie de pensión de mujeres solas, es de mi tía Amalia, heredó de su esposo esta enorme casa y como no tiene hijos arrienda habitaciones a estudiantes o mujeres solas trabajadoras, se siente acompañada y además ocupa su tiempo, ven es un buen lugar y no es caro, va a gustarte. Camila tomo su bolso y siguió a Patricia, Amalia las esperaba en el porche, mientras subía con la muchacha las escaleras, Patricia se dirigió a través del amplio comedor a la cocina a calentarse un café, una vez ubicada Camila volvió a su casa prometiéndole volver al día siguiente a la misma hora.
El resto de la tarde se lo pasó encerrada en la habitación pensando cómo sería el encuentro si lo hubiera, que haría si él ya no la amaba, como lo buscaría, mil interrogantes y ninguna respuesta la única respuesta a todo era el amor que sentía aún existía.
Llegó el día apenas unos rayos de sol que se filtraban tras nubes de hollín y humo atravesaron la ventana, se desperezó y se sentó en la cama con la sensación de que comenzaría una búsqueda intensa y cuyo fin no sabía o no podía asegurar exitoso.
Patricia llegó en su pequeño auto, y salieron de inmediato aun sin un lugar determinado dónde ir camino al centro Patricia le propuso ir a la empresa de bienes raíces donde comprara la casa, allí tuvieron que esperar a la empleada que concretara la operación, quien fuera la persona que tuviera más contacto con Jairo, la mujer trató de hacer memoria, buscó la carpeta donde figuraba la transacción y todo lo que tenía eran datos personales y un teléfono celular pero no contaba con dirección alguna. Tan solo con ese número se retiraron del lugar, pero al intentar llamar no tuvieron suerte porque decía que era número que no pertenecía a un usuario en servicio.
Decepcionada volvieron a lo de la tía Amalia, Camila contenía las lágrimas, pero Patricia le daba aún esperanzas, y le prometió buscar una forma de encontrar a Jairo.
Al día siguiente llegó sonriendo, y le preguntó si tenía alguna foto de Jairo, y ella buscó entre sus cosas el viejo diario de su adolescencia donde guardaba una donde ambos estaban en la escuela y un amigo les había sacado una instantánea, y otra en un cumpleaños de Jairo apenas con sus 18 años. Patricia las tomó y le dijo que con ellas quizás podrían dar con Jairo.
En estos tiempos de tecnología y de tanta gente conectada a redes sociales pensaba que sería mucho más fácil encontrar a una persona.
Al volver a su casa se conectó con su vecino, experto en redes sociales, y muy metido en internet, este le aconsejó crear un perfil en varias redes como Sónico o Facebook y desde allí hacer la búsqueda y porque no poner en google el nombre del muchacho, y se entusiasmó él también y se ofreció a ayudarles, Patricia volvió a ver a Camila y le preguntó si no poseía una cuenta de alguna red social, pero Camila no tenía ni idea de lo que le hablaba nunca se había sentido atraída por nada de eso, solo poseía un celular básico, para hablar, para mandar un mensaje, no le importaban esos aparatos.
Hicieron una cuenta con su nombre y unas fotos de perfil, y pusieron el nombre de Jairo en búsqueda, aparecieron varios usuarios con ese nombre algunos con fotos otros sin fotos personales, enviaron mensajes a cada uno con esas fotos, y al cabo de una semana obtuvieron una respuesta, en ella solo figuraba un numero de celular.
Camila llamó enseguida y su rostro cambio de repente, su mirada de lluvia se transformó en la mirada con más luz que un día de primaveras con el sol más reluciente, cuando escuchó la voz de Jairo diciendo- Hola, ¿quién habla? - a lo que respondió sonriendo entre lágrimas y sonrisa de felicidad –YO, amor, Camila, que vine a buscarte.
Jairo, sin poder contener su llanto le pidió la dirección para ir a buscarla.
Cuando se vieron, todo el tiempo sufrido quedó atrás, se fundieron en un abrazo frente a Patricia y Amalia y supieron que nunca más volverían a separarse, eran el uno para el otro, almas gemelas concebidas solo para amarse.
El amor verdadero, ese que viene grabado en nuestro destino nunca se olvida, nunca se rompe, es eterno y tan infinito como el mismo cielo.
- Autor: Anngiels (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de junio de 2019 a las 01:17
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 70
- Usuarios favoritos de este poema: Jorge Horacio Richino, Lualpri, kavanarudén
Comentarios4
Hermoso relato!!
Afortunadamente todo terminó más que bien, ya que al acercarme al final tuve mis dudas y creí que todo sería un desastre!!
Me encantó tu cuento, querida Ángela!!
Un fuerte abrazo!!!
gracias Jorge, este cuento lo encontré entre algunos que tengo y no lo había terminado, y se me dio por terminarlo y creo que la modernidad le dio este final, hoy es mas fácil que antes encontrar a alguien, bueno si se comunica por Internet, y que joven no lo hace en las grandes urbes.
Gracias por estar
muy buenas noches poeta
Es muy bueno el relato, sólo que al final me surgieron intrigas sobre si la protagonista lo encontraría a él ya casado, o en alguna situación que no permitiera que el cuento tuviera un final feliz; que es lo que uno generalmente suele desear!! Finalmente terminó como yo lo esperaba!!
Gracias por compartirlo!
Un fuerte abrazo!!!
a vos gracias por leerlo, y un final feliz nos hace bien hay tanta pálida, tanto dolor, que un texto es bueno que nos de felicidad
cariños
El amor verdadero, ese que viene grabado en nuestro destino nunca se olvida, nunca se rompe, es eterno y tan infinito como el mismo cielo.
Verdaderamente bello estimada Ángela.
Gracias
Gracias a vos por leer, no se postean cuentos tan largos , gracias por la paciencia.😉👍
Buenas noches
Excelente historia.
Sabes que me apasiona la narrativa y tu eres especial redactándola.
Me has tenido en vilo desde el comienzo hasta el final.
Pude imaginar perfectamente tanto a Camila (la de los ojos color de lluvia) y Jairo (la de los ojos color mar), toda la historia que iba desgranándose ante mis atentas pupilas. A cierto punto pensé que Camila había salido embarazada, pero no (menos mal) Soy muy novelero y la imaginación me vuela.
Entre tantas frases "Muñecos de un destino infame" me gustó mucho, pues así es.
El tiempo pasa y nos vamos diluyendo en la rutina, en el tram tram de una existencia automática que mata, en ocasiones, lo original que hay en nosotros.
Excelente final.
Muy cierto, cuando el amor es verdadero, viene grabado en nuestro destino y al final se cumple.
Me encantó.
Gracias por compartir tu hermoso don.
Saludos a Jairo y Camila de mi parte 🙂
Un abrazo fuerte y continúa a deleitarnos con tu pluma.
Kavi
Que lindo tu comentario, me encantó, yo también soy novelera, tengo varios cuentos o relatos, de a poco los iré subiendo, no sé si a muchos le interesen, pero al menos tendré tu opinión, para mí muy valedera, dudé de subirlo por lo extenso, hoy gustan los cuentos cortos,. A mí me gusta mucho lo descriptivo y ya no gusta tanto, muchas gracias Javi
😉👍
💋💓
Te entiendo. Lo mismo me sucede. En ocasiones pienso antes de publicar una historia o cuento largo. Al final me digo: “al carajo, lo publico” Pienso que los cuentos y las historias como nacen nacen. Si los corto les quito una parte esencial. Son lo que son. Quien quiera leerlo, que lo lea, quien no, pues bien también. Publícalos, seguro que otros al igual que yo los apreciaremos y mucho.
Me gusta tu forma de escribir. Un besote.
Me sucede, no me gusta para nada cortar un poema o un cuento, pues podar es como quitar o mutilar el escrito. Y tomaré tu concepto publicaré guste a quien le guste 👏👏
Muy bien. Es tu esencia que se expresa en letras. No se debe cortar nuestra esencia. 🙂
Besos y mucha musa en todo momento.
Kavi
😉
Has hecho que acabe bien, el amor puede hacer milagros, aunque sabemos que de eso no hay nada, no existe solo el AMOR a veces los hace, y es verdad NUNCA SE OLVIDA ES ETERNO.
Bello amiga!!
Un petonet.
El amor verdadero supera tiempo, distancia y hasta la muerte creemos, porque mucha gente cuando pierde al ser amado nunca vuelve a enamorarse , tu lo sabes y lo sé 😘
Es verdad, lo sentimos en nuestras carne amiga.
Ya lo creo que lo SABEMOS.
😉😘💕
PETONS
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