Había una vez un jardín lleno de flores hermosas. Está Don Juan sembrando semillas áridas, pues, él dice que son las mejores. Pero, había una semilla que no se dejaba sembrar. Y le habla a Don Juan, y le dice,
-“oiga, ¿qué hace usted?, yo no puedo ser sembrada”-,
Y Don Juan le pregunta,
-“Y, ¿por qué no?”-,
Entonces la semilla árida le dice más,
-“que no ves tonto y torpe que yo hablo…”-,
Y Don Juan le dice,
-“ah, esas son las mejores que hablan hasta por los codos…”-,
Y la semilla árida le cuenta su historia,
-“mire, señor no venga a decir eso, que me lleva el viento y caigo fuera de esta maceta, le voy a contar mi historia, a ver como se la digo, pues, yo nací aquí entre éstas flores, que por supuesto son buenas, pues, siempre crecen y echan las más bellas flores, pero, yo no, yo soy árida y tan débil como ese tallo fino de aquella flor. Y no me haga llorar más, pues, no doy fruto. Como que en el silencio me llevó a mí. Mis semillas hermanas, dan y mucho fruto cada vez que crecen se las llevan y me traen otras semillas nuevas a sembrar, pero, yo sigo y continúo en el mismo lugar. Ni ahogándome con agua ni sembrando mi cuerpo hacia la tierra nace nada de mí, soy árida.
Y Don Juan la mira y le dice,
-“Vamos pa bajo semillita habladora, me estoy cansando…”-,
Y la semilla árida le dice,
-“Oiga, qué usted no vé que no doy frutos…”-,
La semilla se cansó de gritar, cuando la sembró bien y ella se durmió, pues, estaba cansada de gritar. Y salió la más bella flor del jardín de Don Juan. Y le continúo hablando, pues, era muy habladora. Y Don Juan la lleva al colmado y se la vende a una señora. Y quedó maltrecha, pues, no le regó agua y no le dió sol. Y marchitó, y volvió a ser semilla árida, cuando Don Juan tomó la maceta, otra vez la semilla árida le había hablado…
-“Ves, que yo no doy frutos…volví a ser semilla”-,
Y Don Juan, anonadado le dice,
-“Perdónanos es que somos nosotros que no te cuidamos bien…”-,
Y la semilla voló con el viento y se escondió entre la hierba húmeda y creció otra vez, y no volvió a ser semilla árida, pues, en ese lugar estaba predestinado para ella había lluvia y sol.
Y creció y hablaba con el sol mucho y con la lluvia.
Y le decía…
-“Ves yo sí doy frutos sí los tengo a ustedes…”-,
Y el sol le dió esa cachetada de sol, y le dijo,
-“Yo soy quien te cuida, pues, yo soy luz y energía y para eso estoy yo aquí”-,
Y la flor hermosa vivió muchos años, al lado de Don Juan.
Cuando un día amaneció marchitada y le dice a Don Juan, aquí estoy, otra vez, el viento me hizo volar, otra vez, y Don Juan, le dijo..
-“eres inmortal, naces, creces, marchitas y vuelves a lo mismo, ah…”-,
Y la flor le dice,
-“No me siembre más, que estoy apurada de espantos...y con miedo…”-,
Y Don Juan le dice,
-“Ah, mija así somos los viejos, nunca terminamos de vivir…”-,
Y la semilla árida le dice,
-“Pues, nos quedamos así juntos los dos…”-,
Y Don Juan le da un infarto, y muere, y la semilla quedó huérfana.
Y le dice la semilla,
-“Ves es mucho haber dado en la vida, pero, yo no doy fruto y sigo purgando en la vida…”-.
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de julio de 2019 a las 00:01
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 17
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