Pero cómo poder centrar mis esfuerzos en las banalidades de lo material y superficial cuando toda mi vida he cavilado sobre las concupiscencias del ser, del sentir, del pensar, del razonar. Si todo el tiempo, desde que tengo dominio sobre mi intelecto, me he ocupado de los menesteres que mis ojos perciben del mundo, de las palabras que cavan comisuras en mi cerebro y en las letras que me han permitido darle un nombre y un título a mi interioridad.
No es edulcorante para mi la posesión objetal, ni las vanidades que otorgan las divisas en cantidades extravagantes, tampoco lo es la usanza de etiqueta, ni siquiera la extrapolación de mi cuerpo a terrenos afrodisíacos. Porque lo que desconocen es que he volcado repentinamente en las alturas de los Alpes como en las tierras más bajas del Sahara. He viajado en el tiempo para conocer la pulcritud victoriana y la insolencia del indio mexicano aguerrido de la revolución. He sentido el polar y la tundra de la vieja Rusia pero también el asfixiante calor de Australia. He escuchado la voz de Don Porfirio pero también me he consumido en la desesperación de la Ana de Tolstoi. Todo esto a través de los libros que progresivamente me han conducido a una conceptualización compleja del aquí.
Aspiro a la corona obsidional, tengo la impetuosa voluntad de condecorarme con aquel estandarte que apremia la soberbia griega...esa de obsidiana, producto de la vid que al morir se transforma en firmes espinales. Ese estandarte que ciñó la frente de Jesucristo para apremiar el dolor de la sabiduría sobre los tontos Césares.
- Autor: Bogart (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de julio de 2019 a las 01:49
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 22
- Usuarios favoritos de este poema: Elisa es, Yajaira Vargas
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