A un poeta herido

Eduardo Yar

Naciste y en tu rostro ya sabías,

tenías gestos de que ya sabías,

no decías, pero bien que sabías.

 

Joven toda tu vida y

joven hasta en tu muerte.

Naciste herido, Jaime,

herido con dolor de vida.

 

Te leo y vuelves sin irte,

pero eso ya lo sabías,

vivísimo poeta Sabines.

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