El mar y la tierra conviven sin fronteras,
ni principio ni final limitan su existencia,
ni siquiera las islas pueden declararse dueñas
de su pequeñez o su grandeza.
Isla o continente en nada se diferencian,
siempre el mar las domina,
limita su existencia.
La tierra, siempre firme.
El mar, siempre inquieto,
con sus olas la ataca; o la besa.
La tierra es la constancia ortodoxa.
El mar, la revolución de las mareas.
Siempre unidos pero jamás juntos,
giran con el mundo,
que gira con violencia,
pero el mar no se derrama,
porque la tierra no lo deja.
Unidos eternamente,
el mar y la tierra luchan por su espacio vital.
Mar y tierra batallan milímetro a milímetro,
siglo tras siglo,
y necesariamente es el mar quien siempre vence
a la indomable tierra,
porque el mar
en todas partes del mundo,
siempre llega,
dulcemente enamorado,
o cargado de violencia,
pero jamás retorna más allá de su naturales límites,
tiene alma de emigrante,
cuando llega, jamás regresa.
¿Y nosotros, amor, qué somos?
Tú eres como la tierra, que cubre todos los espacios
de mi mundo sin fronteras;
y yo, soy como el mar,
el infinito mar que siempre te busca,
que siempre te corteja.
Frank Calle (11/julio/2019)
- Autor: Frank Calle (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de julio de 2019 a las 20:00
- Comentario del autor sobre el poema: El mar y la tierra son amantes eternos. Solo que en esa lucha de siglos, el persistente mar siempre llega, y como el emigrante real, en todas partes del mndo, nunca regresa.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 20
- Usuarios favoritos de este poema: Adelaida Gutiérrez
Comentarios1
cosas muy ciertas que quiza nunca pensamos. Me encanto Frank, como siempre, sorprendente
Muy agradecido por ese comentario.
Debo decir que por lo general trato de moverme en una línea en la que estén presente temáticas humanistas; y claro, en eso el amor es universal. Lo que quiero destacar es que no siempre mi obra está asociada a situaciones autobiográficas, pero en este caso concreto, sí.
Mi esposa y yo mantenemos una relación que viene desde la primera adolescencia y que ya cumple 54 años. Tenemos dos nietos que son adultos, y casi vamos por el camino de los biznietos. Pero no por eso hemos olvidado la adolescencia, en eso el poema se ajusta bastante a la realidad.
Un abrazo,
Frank
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