El castrador de toros,
bandido de almas,
el gene de la impostura
entre cántaros.
Viejo como la arena,
viejo como madera
o roca suspendida
murmura evidencia
evidencias y tiemblo.
Me daño si me toco.
Entre mis cejas se instala
el escombro,
no vacilo cuando sentencio:
tierra igual a residuo.
El bandido piensa mía, mía
arrancándome los ojos,
su mano colgada a mi cuello
se agrieta en sobresaltos.
El bandido necesita pilares
-pilares almacenados-
donde debía estar el grano
papiros espantosos
aplastan las cabezas,
lenguas tatuadas con hierro
espían cuando desmiembro
por respirar
la blusa de mi madre.
En la reyerta extiendo hilos,
breve paso y arraso la hierba,
la leche en la colina protegida.
La rama cónica delira
pues traiciona.
El álgebra me es ajeno
y en situación extrema
todo es redondo.
Voy parda de males,
ningún aduanero arriesga,
el cuño
en mis papeles peligra.
El bandido cree que callaré,
si quiero regresar.
del cuaderno
Mar de la Mancha, 1992
Editions Hoy no he visto el Paraíso
- Autor: Margarita García Alonso ( Offline)
- Publicado: 13 de julio de 2019 a las 08:55
- Comentario del autor sobre el poema: GRAFICA/La dictadura democrática de la indiferencia, Margarita García Alonso, 2018
- Categoría: Sociopolítico
- Lecturas: 22
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