De tus pétalos recorre mi sangre amarga
de tu piel se notan los rasguños de mi mirada
Era el, era yo cuando de ti aún esperaba al corazón
Era el viento silbando dentro de la mar sin razón
Cuéntame los pétalos antes de dormir
Y de rojo y negro sabré responder.
Cuéntame los días que he de vivir
hasta volver de ese infierno del que quiero salir
No te duermas aún sin resucitar al sol
Tras tu eclipse rojo, mi pecho escupe ardor
No me tranquilices las penas antes de morir, amor
Para ti, para mi: raíces sin tierra y credo sin voz.
En el espejo de la mar yacía el cielo
En la inefable noche del réquiem.
De mi mano compartiremos el velo
Etéreo vino de flor y veneno.
Nuestro hueco en suelo...
Nuestra carroza y el asiento al cielo
Nuestras venas cubiertas por la rasguña de la tierra
Nuestro viento olvidado afirma desprecio
¿Cuándo sabremos quitarnos la soga?
Éramos dos y la vez éramos millones.
De la nada en la tierra él se ahoga.
Del estrecho suelo éramos estrellones
Y ahora... Nada había.
Dejamos la nostalgia de un pétalo recostado sobre su cuello
Pétalo apagado y marchito.
Somos parásitos vetustos en muerte.
Con cólera concentrada.
De nuestra vida encerrada.
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