El dolor más fuerte roza el silencio
conduce al infinito, sonido de estrellas.
Los pensamientos se descolgaron del mundo,
rogando verdades al mar de versos olvidados.
La soledad y el desconsuelo recorren
los espacios entre tu muerte y la mía,
en un atardecer despojado de amores
y colmado de inexplicables angustias.
La escalera me conduce al infinito,
tristes sonidos devuelve el baile de la muerte.
Es un enigma tu grito mágico, inusitado,
alma viajera, absorta y desmembrada.
Sombras de cristal encontré en mi camino,
el profundo dolor de mis entrañas
vaga silenciosamente por las montañas,
despojado de amores, tristezas y tempestades.
Una túnica blanca me recibe al amanecer,
los cristales de tu historia reflejaron
la ternura del tormentoso silencio,
oscuro abismo, la soledad no basta.
El beso alado brillaba en la atormentada niebla,
nacido de oscuros suspiros, olvidos y angustias,
sepultado por antiguas locuras
y sombríos amaneceres.
En el ocaso mutilado de pensamientos,
mi frágil alma vagó por el mundo
en busca de sombras que paso a paso
encierran mi nombre en sombrío abismo.
Ojos polvorientos desafiaron
las sombras de la eterna primavera,
luz de negros candelabros iluminan
mi ilusionado mundo de tormentos.
Joviales armonías del amor que ya no existe,
revoltijo de cuerpos en la oscuridad del barro
donde la noche disfrazada de ausencia
se abre a fuego lento desafiando las oscuridades.
Soy una sombra dando vueltas,
la palabra duerme en el último columpio de la plaza
aguardando tu sombra desvanecida
en la siniestra bruma de la noche.
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