Génesis 22:7 “¡Padre mío!”. Él a su vez dijo: “¡Aquí estoy, hijo mío!”.

A veces se agita en mí el dolor

con los vientos,

las penurias y la angustia

cuando cae la lluvia,

hasta que Dios,

mi Padre,

entona en mí una hermosa canción

rica en bendición.

Soy un instrumento

de bendición de Dios en mi casa,

en el empleo,

en el día

y en las buenas noches,

en las tardes de enero

y en la dulce expresión

que sale de mi boca con un te quiero.

Soy una bendición

y tengo riqueza de bendiciones,

gracias a Dios,

en el sutil calor,

en cada luna nueva,

en la vida que brotó de mi vientre

y en las fiestas de diciembre.

Dios me bendijo

como lo hizo con el dulce aroma de la flor,

cual una semilla de amor

que se siembra en otros corazones,

produciendo hermosas sensaciones.

Camino bautizado

en una hermosa historia

en un cuento sencillo y simple,

en la película perfecta

de mi vida moldeada por Dios.

Y así Él y yo somos dos,

andando en este mundo

como una melodía

de excitante amor

con el verso musical

de los grillos

y el sonido de paz del río.

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        Autor: Millón Durango

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