Yo no veo lo que ves,
pero escucho lo que sientes,
y al sentirlo,
veo lo que miras,
tuyo que es mío,
mío que es tuyo.
Ando recogiendo
tus pasos,
uno a uno,
hasta perderme sobre ellos
para encontrarte.
Tú,
siempre volviendo
para regalarme
el latir de tus dedos,
para ofrecerme
un capullo de sol,
un beso,
un ojal,
las mejillas.
La voz se te escurre
delicada,
y viene a humedecer
de timbres
mis oídos,
baja sobre mi pecho,
y me cuelga una canción
dentro de la ropa.
Usas el señuelo
de tu cuerpo
para redimirme,
escondiendo olores
en mi piel,
iluminada de fuegos
para recibirte.
Eduardo A. Bello Martinez
Copyright © 2017
- Autor: A. Martinez ( Offline)
- Publicado: 19 de julio de 2019 a las 15:01
- Categoría: Amor
- Lecturas: 52
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