La tibia luz de los candiles era tan lúgubre, que a duras penas se distinguían las negras capas de los participantes. Tan solo se distinguía un baile de máscaras flotantes, grotescas, balanceándose en un escenario de sombras alargadas exaltadas por el vino.
La Sangre de Cristo corría a raudales, y la más alta aristocracia se ocultaba bajo sus caretas deformes en secreta reunión. En una de las habitaciones, dos de los invitados de aquella bacanal se sumían desnudas en un beso detrás de sus antifaces, mientras asomaban por la espalda dos relucientes cabelleras; la una con el pelo como el fuego, la otra de ébano y de noche de luna nueva. Ayer con sus recatados moños, se las escuchaba rezar en el eco de una iglesia. Poco sabía Dios en ese instante de la absurda moral que reinaba en la Tierra. Otro grupo de fieles se satisfacían entre ellos y ellas en otra habitación. Como único lecho, las túnicas oscuras cubriendo el suelo. El vino escarlata resbalaba por sus cuerpos, que lamían insaciables. Cabezas de machos cabríos, ogros, brujas, demonios, cerdos y calaveras.
Una pálida muchacha escondía su cabello rubio y su tímido rubor bajo un velo de encaje negro. Los ojos bajo el antifaz, más azules que el zafiro y que el mismo cielo. Se llevaba esposado a un caballero, que escondía su anillo en los guantes de cuero.
Apaga la vela de la mesilla, atándolo a los barrotes del cabecero. Paseando las uñas afiladas por su boca y por su pecho.
Bajando con labios rosados y roja lencería por cada rincón de su cuerpo.
- Autor: Wavesdarkness (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de julio de 2019 a las 17:48
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 73
- Usuarios favoritos de este poema: kavanarudén, El otro yo, Javier Ascanio
Comentarios1
Excelente
Me gustó mucho.
Me has atrapado desde la primera frase.
Me imaginé toda esa bacanal, los cuerpos insaciables, el vino que corría y ella, esa pálida criatura, su entrega....
Un placer leerte
De mi parte un fuerte abrazo
Kavi
Muchas gracias por su lectura. El placer es mío, un saludo
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