Cercanas son lóbregas y hondas borrascas
del tiempo donde viven leves sonrisas de prematuros
muertos. Ríe a ultranza el filo nocturno
y asumen su espectral palidez regocijos de venganzas.
Emergen lánguidos niños entre lo denso del humo,
anodinos del incienso, tan enclenques sus huesos vagos,
insípida carne magra cuando la consistencia del diente es hojarasca
que estalla contra la veracidad del impenetrable cuero.
Y allí donde la luz del día se ofrece a pleno tacto
la tibia calidez circunda ringleras, hilazas de fría plata
donde reposan el encuentro y el descanso,
bajo las ramas del ébano se enderezan caucas caídas
y en pastizales cenizos reverdece lo mágico.
Así como los infantes enderezan su camino
sin trepidar ante óbices tramperas desconocidas.
Yo piso huellas en mi senda recorrida,
mientras desempolvo mis órbitas cegadas de fatiga,
A mi me duele la gravedad en los huesos
cual la fragilidad del grave minusválido,
solo busco el refugio en tus cálidas manos de lana.
Antes de partir al volcán de tus labios
ya había recorrido los contornos de tus rojizas crestas.
Abro mis ojos a la complejidad del amor
y ahí está su rostro iluminado, confirmándome
que el lumen del amor semeja a tus labios
otorgados que a mi vida dan significado.
Tal como mis tímpanos, hundidos y desplomados
han respondido con gracia sin estampida
y junto al sosiego que apacigua horadaste mis represas.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- A publicarse en julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
- Autor: RICARDO ALVAREZ ( Offline)
- Publicado: 23 de julio de 2019 a las 23:24
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 33
- Usuarios favoritos de este poema: Alvarofe, alicia perez hernandez
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