Hoy daría una gran parte
del agua con que riego
mi corazón marchito;
bebed, malditos ambulantes,
del impulso, del exceso;
el Sol por fin se ha ido,
cuando cuaja el hielo
en este desierto,
casi que hace frío...
Veo vida donde no la hay,
no entiendo las palabras,
la gente a la que quiero
nunca encontrará mi alma,
y cuando mis larvas vuelen
y se quemen en la hoguera,
y una brisa en blanco y negro
me deslíe de esta seda,
me sentaré en el río,
seco y olvidado;
el pulso mágico no es mío,
llegó del otro lado,
vuelve la buena suerte,
tan mala porque truena;
es lo mismo de siempre,
nadando en la tormenta...
Vamos a plantar semillas
de esas que ya nunca crecen;
a ver si vuelven los campos
y mueren las liendres,
vamos a clavar estacas
en las bocas de la gente;
no me interesa qué dicen,
tampoco qué sienten;
mataría por no escucharte
dar patadas a mi mente;
quiero verme en un espejo
y ser diferente.
4/8/19
- Autor: Diego Invierno ( Offline)
- Publicado: 4 de agosto de 2019 a las 18:33
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: Wavesdarkness, alicia perez hernandez, Aqua Marina, kavanarudén, El otro yo
Comentarios1
Jajaja. No te entendi a la primera
Ni a la segunda... pero luego
me rendi....
Aislado de familia el mismo
solo los poetas hablan de eso
Y lo mesclan en un caldo espeso
Una receta infiel de mutismo...
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.