¿Adónde irá a parar tu alma?

andrea barbaranelli

Te dejaré crecer hasta que la muerte

te separe del hábito de tu cuerpo,

lo hunda en la amnesia más completa,

como si pasaran mil años,

suelte los guijarros blancos de tus pupilas

alisados por las lágrimas

y los deslice

por el vacío que se abre bajo los pies

de las mujeres asustadas al verte

sin un asidero posible.

Crecerás hasta que dés

con tu cuerpo de adulta,

de golpe,

ya crecido ya envejecido ya viejo

ya con arrugas y piel floja en los brazos

ya próximo al olvido absoluto

de tus sueños de niña

ya más allá de los sueños

que iluminaron

tu infancia

de una luz como viento

entre hojas de primavera.

La casa se hundirá en silencio

después del estruendo

que anunció en plena mañana de trabajo

el seísmo de la noche por venir

que nadie se habrá esperado, a pesar del anuncio,

a pesar del aullido prolongado de los perros

a pesar de la brusca falta de agua en los pozos.

Alguien está haciendo macanas bajo tierra

donde se apoyan los cimientos de los edificios

en los que nos sentimos resguardados y a salvo.

Alguien está haciendo macanas allá abajo

donde se forman el gas el petróleo

y los minerales de hierro y de cobre.

Está haciendo macanas desde hace mucho tiempo, lo sé.

Está, junto con otros como él, alrededor de unas ollas

donde hierve la lava de los volcanes

a punto de rebosar. La muerte

te separará de tu cuerpo que quizá se queme y se pulverice

con el fuego originario que sube y sube y desborda,

pero: ¿y tu alma? Pero: ¿tu alma?

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